Dicen que estoy "amenazado de muerte" porque ando en malas compañías y frecuento zonas conflictivas, porque no llevo guardaespaldas y aparezco en medio de las refriegas; dicen que mis gestos son peligrosos, que voy por mal camino, que exagero.... Tal vez.
Dicen que estoy "amenazado de muerte" Porque soy un lázaro cualquiera, porque mi piel es distinta, porque soy extranjero, porque tengo una vida que no es vida, porque otros tienen preferencia....
Tal vez.
Dicen que estoy "amenazado de muerte". es una advertencia para intimidarme, meterme miedo en el alma y en el cuerpo y dejar que todo siga el curso que beneficia a los de siempre.
Sea lo que fuere, estoy tranquilo porque, si me matan, no me quitan la vida. Me sembrarán contigo y ganaré desbordando sueños.
Los cristianos no estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de vida". Porque Tú eres la vida, aunque estés crucificado.
Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. ¡Estamos amenazados de vida, de esperanza, de amor…! Porque tu hora, Señor, ha llegado, Y recorres nuestro mundo como un rio de agua viva
Porque tu hora, Señor, ha llegado, Y recorres nuestro mundo como un rio de agua viva.
Vídeo: Entrega de sanitarios
Interrogantes:
¿En qué medida valoramos el esfuerzo de los demás?
Si alguien no cumple las medidas sanitarias. ¿Le decimos algo?
Realmente cumplimos con las medidas sanitarias?
Canto:
Tú siempre serás mi hermano
Peticiones libres:
Padrenuestro:
Oración final:
Señor, Dueño del tiempo y de la historia, como Tú
yo quiero ser fuego que purifica, luz que ilumina en medio de las tinieblas,
palabra que consuela en medio del sufrimiento.
Tú eres un Dios glorioso, lleno de vida y de esperanzas.
Viniste al mundo para donarte
y realizar un sacrificio perfecto de amor universal
y romper así todas nuestras ataduras.
Confío en este gran misterio de amor
y por eso no dejo de creer en Ti
y en todo lo bueno que me ofreces para lograr mis sueños.
En tu cruz consigo las fuerzas para
renovar mi corazón y vivir con actitud
optimista creyendo que todo lo puedo en tu amor. Amén.
Reflexión:
¿QUÉ HACE DIOS EN UNA CRUZ?
José Antonio Pagola
Según el relato evangélico, los que pasaban ante Jesús crucificado sobre la colina del Gólgota se burlaban de él y, riéndose de su impotencia, le decían: «Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz». Jesús no responde a la provocación. Su respuesta es un silencio cargado de misterio. Precisamente porque es Hijo de Dios permanecerá en la cruz hasta su muerte.
Las preguntas son inevitables: ¿Cómo es posible creer en un Dios crucificado por los hombres? ¿Nos damos cuenta de lo que estamos diciendo? ¿Qué hace Dios en una cruz? ¿Cómo puede subsistir una religión fundada en una concepción tan absurda de Dios?
Un «Dios crucificado» constituye una revolución y un escándalo que nos obliga a cuestionar todas las ideas que los humanos nos hacemos de un Dios al que supuestamente conocemos. El Crucificado no tiene el rostro ni los rasgos que las religiones atribuyen al Ser Supremo.
El «Dios crucificado» no es un ser omnipotente y majestuoso, inmutable y feliz, ajeno al sufrimiento de los humanos, sino un Dios impotente y humillado que sufre con nosotros el dolor, la angustia y hasta la misma muerte. Con la Cruz, o termina nuestra fe en Dios, o nos abrimos a una comprensión nueva y sorprendente de un Dios que, encarnado en nuestro sufrimiento, nos ama de manera increíble.
Ante el Crucificado empezamos a intuir que Dios, en su último misterio, es alguien que sufre con nosotros. Nuestra miseria le afecta. Nuestro sufrimiento le salpica. No existe un Dios cuya vida transcurre, por decirlo así, al margen de nuestras penas, lágrimas y desgracias. Él está en todos los Calvarios de nuestro mundo.
Este «Dios crucificado» no permite una fe frívola y egoísta en un Dios omnipotente al servicio de nuestros caprichos y pretensiones. Este Dios nos pone mirando hacia el sufrimiento, el abandono y el desamparo de tantas víctimas de la injusticia y de las desgracias. Con este Dios nos encontramos cuando nos acercamos al sufrimiento de cualquier crucificado.
Los cristianos seguimos dando toda clase de rodeos para no toparnos con el «Dios crucificado». Hemos aprendido, incluso, a levantar nuestra mirada hacia la Cruz del Señor, desviándola de los crucificados que están ante nuestros ojos. Sin embargo, la manera más auténtica de celebrar la Pasión del Señor es reavivar nuestra compasión. Sin esto, se diluye nuestra fe en el «Dios crucificado» y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al Crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes, cerca o lejos de nosotros, viven sufriendo.
Despedida:
Después de haber visto el ejemplo de Jesús reflejado en
quienes se han involucrado para combatir esta pandemia desinteresadamente y
luchando por el bienestar común, nos despedimos de esta oración de la mañana de
viernes.
Deseamos que estos difíciles momentos sirvan para que nos entreguemos
aún más, como él lo hizo, con todas las personas que lo necesitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario