El ponente Óscar Lavín Aja hoy nos ha hablado sobre lo que supone la vida de Jesús, aunque se centró en su Resurrección.
Jesús vino a darnos una noticia, con su muerte y resurrección cambió la idea de culturas anteriores, que creían en la muerte del cuerpo , pero no del alma. Jesús muere y resucita, pero su cuerpo no se encuentra.
Además después se aparece con otro cuerpo a sus discípulos, por eso no le reconocen, y se aparece en varios lugares al mismo tiempo.
La resurrección de Jesús nos habla de su permanencia con nosotros, Jesús muere pero se introduce la dimensión divina.
Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza, y no nos faltará su ayuda para cumplir la misión que nos encomienda.
"La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él marcha victorioso en la historia « en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles» (Ap 17,14). Creámosle al Evangelio que dice que el Reino de Dios ya está presente en el mundo, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas maneras: como la semilla pequeña que puede llegar a convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13,31-32), como el puñado de levadura, que fermenta una gran masa (cf. Mt 13,33), y como la buena semilla que crece en medio de la cizaña (cf. Mt 13,24-30), y siempre puede sorprendernos gratamente. Ahí está, viene otra vez, lucha por florecer de nuevo. La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!"
Evangelii Gaudium nº278
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