Viernes de la Septima Semana de Pascua
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén. Aleluya
Himno: Veni, Creator Spiritu
Ven, Espíritu Santo
Creador,
a visitar nuestro
corazón,
repleta con tu gracia
viva y celestial,
nuestras almas que Tú
creaste por amor.
Tú que eres llamado
Consolador,
don del Dios Altísimo
y Señor,
vertiente viva,
fuego, que es amor,
y también espiritual
y divina unción.
En cada sacramento te
nos das,
dedo de la diestra
paternal.
Eres Tú la promesa
que el Padre nos dio,
con tu palabra
enriqueces nuestro cantar.
Nuestros sentidos has
de iluminar,
los corazones
enamorar,
y nuestro cuerpo,
presa de la tentación,
con tu fuerza
continua has de afirmar.
Al Padre demos
gloria,
pues es Dios, a su
Hijo que resucitó,
y también al Espíritu
Consolador
por todos los siglos,
de los siglos, honor.
Salmodia
Salmo 134 - I Himno a Dios, realizador de maravillas.
Ant.: Yo,
el Señor, soy tu salvador y tu redentor. Aleluya.
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del
Señor,
que estáis en la casa
del Señor,
en los atrios de la
casa de nuestro Dios.
Alabad al
Señor porque es bueno,
tañed para su nombre,
que es amable.
Porque él se escogió a
Jacob,
a Israel en posesión
suya.
Yo sé que el
Señor es grande,
nuestro dueño más que
todos los dioses.
El Señor todo lo que
quiere lo hace:
en el cielo y en la
tierra,
en los mares y en los
océanos.
Hace subir
las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos
desata la lluvia,
suelta los vientos de
sus silos.
Él hirió a
los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta
los animales.
Envió signos y
prodigios -en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus
ministros.
Hirió de
muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los
amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de
Canaán.
Y dió su tierra en
heredad,
en heredad a Israel, su
pueblo.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Yo,
el Señor, soy tu salvador y tu redentor. Aleluya.
Salmo
134 - II
Ant.: Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.
Aleluya.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de
edad en edad.
Porque el Señor
gobierna a su pueblo
y se compadece de sus
siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y
plata,
hechura de manos
humanas:
tienen boca y no
hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus
bocas.
Sean lo mismo los que
lo hacen,
cuantos confían en
ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice
al Señor;
casa de Leví, bendice
al Señor;
fieles del Señor,
bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en
Jerusalén.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.
Aleluya.
Cántico:
Ap 15, 3-4 Himno de adoración
Ant.: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y verdaderos tus
caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo eres
santo,
porque vendrán todas
las acciones
y se postrarán en tu
acatamiento,
porque tus juicios se
hicieron manifiestos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
Lecturas Lámpara es tu palabra Señor
Primera lectura Hechos de los
Apóstoles 25, 13 - 21.
Un Un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está
vivo,
En aquellos días, el rey Agripa
llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí
bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole:
- “Tengo aquí un preso, que ha
dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos
judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que
no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado
tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse.
Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me
senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores
tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se
trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto
llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante
discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero,
como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su
majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al
César”.
Canto Rafael
Amor - Yo seré tu compañero
Yo seré tu compañero para la farra y el vino,
la guitarra, los caminos, los amores lisonjeros, impuros y libertinos,
pero si se acaba el vino, si te sientes prisionero,
sin amores verdaderos y no encuentras tu destino
entre todos los senderos, yo seré tu compañero.
Y seré tu compañero para el abrazo y la gloria,
para perder la memoria con el tiempo y el dinero y palmadas laudatorias.
Mas recuerda, si el fracaso te muestra su rostro fiero:
los vencidos siempre fueron despreciados en su ocaso
por los que ayer los quisieron. Yo seré tu compañero.
Y seré tu compañero para el sueño y la poesía,
lo que llaman utopía, los que nunca la entendieron por torpeza o cobardía,
Y en la realidad más dura y en el llanto más sincero,
el rebelde desafuero, con toda mi encarnadura,
para andar juntos, me quedo. Yo seré tu compañero.
Y seré tu compañero en razón, paz y verdad,
en justicia y libertad, que es todo lo que más quiero aunque traigan
soledad.
Para el odio y la traición o la envidia del artero
o el soplón del carcelero, yo no presto el corazón,
y aunque me duela no quiero, que me llames, compañero.
Evangelio Juan 21 15
- 19
Habiéndose aparecido Jesús a sus
discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
- “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más
que éstos?”.
Él le contestó:
- “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”.
Jesús le dice:
- “Apacienta mis corderos”.
Por segunda vez le pregunta:
- “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”.
Él le contesta:
- “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”.
Él le dice:
- “Pastorea mis ovejas”.
Por tercera vez le pregunta:
- “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”.
Se entristeció Pedro de que le
preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:
- “Señor, tú conoces todo, tú sabes
que te quiero”.
Jesús le dice:
- “Apacienta mis ovejas.
Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas a donde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”.
Esto dijo aludiendo a la muerte con
que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió:
- “Sígueme”.
Reflexión:
¿Me amas...?
Esta pregunta que el
resucitado dirige a Pedro nos recuerda a todos los que nos decimos creyentes
que la vitalidad de la fe no es un asunto de comprensión intelectual, sino de
amor a Jesucristo.
Es el amor lo que
permite a Pedro entrar en una relación viva con Cristo resucitado y lo que nos
puede introducir también a nosotros en el misterio cristiano. El que no ama,
apenas puede «entender» algo acerca de la fe cristiana.
No hemos de olvidar que
el amor brota en nosotros cuando comenzamos a abrirnos a otra persona en una
actitud de confianza y entrega que va siempre más allá de razones, pruebas y
demostraciones. De alguna manera, amar es siempre «aventurarse» en el otro.
Así sucede también en
la fe cristiana. Yo tengo razones que me invitan a creer en Jesucristo. Pero si
le amo, no es en último término por los datos que me facilitan los
investigadores ni por las explicaciones que me ofrecen los teólogos, sino
porque él despierta en mí una confianza radical en su persona.
Pero hay algo más.
Cuando queremos realmente a una persona concreta, pensamos en ella, la
buscamos, la escuchamos, nos sentimos cerca. De alguna manera, toda nuestra
vida queda tocada y transformada por esa persona, por su vida y su misterio.
La fe cristiana es «una
experiencia de amor». Por eso, creer en Jesucristo es mucho más que «aceptar
verdades» acerca de él. Creemos realmente cuando experimentamos que él se va
convirtiendo en el centro de nuestro pensar, nuestro querer y todo nuestro
vivir.
Un teólogo tan poco
sospechoso de frivolidades como K. Rahner no duda en afirmar que sólo podemos
creer en Jesucristo «en el supuesto de que queramos amarle y tengamos valor
para abrazarle».
Este amor a Jesucristo
no reprime ni destruye nuestro amor a las personas. Al contrario, es justamente
el que puede darle su verdadera hondura, liberándolo de la mediocridad y la
mentira. Cuando se vive en comunión con Cristo es más fácil descubrir que eso
que llamamos tantas veces «amor» no es sino el «egoísmo sensato y calculador»
de quien sabe comportarse hábilmente sin arriesgarse nunca a amar con
desinterés a nadie.
La experiencia del amor
a Cristo podría darnos fuerzas para liberar nuestra existencia de tanta
sensatez fría y calculadora, para amar incluso sin esperar siempre alguna
ganancia, para renunciar al menos alguna vez a pequeñas y mezquinas ventajas en
favor de otro.
Tal vez algo realmente
nuevo se produciría en nuestras vidas si fuéramos capaces de escuchar con
sinceridad la pregunta del resucitado:
“Tú, ¿me amas?”
Responsorio
Breve
Ant.: El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
Será
quien os lo enseñe todo. Aleluya, aleluya
Gloria
al Padre y al Hijo, y al espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
El
Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
Magníficat.
Ant.: Todos
se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús.
Aleluya.
(Kiko
Argüello 1968)
† (Hacemos la
señal de la cruz y recitamos el canto de María)
Proclama, mi alma, la
grandeza del Señor;
se alegra, mi espíritu,
en Dios mi Salvador.
1.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones
porque el Poderoso
ha hecho grandes obras
por mí.
Su nombre es santo.
2.
Él hace proezas con su brazo
dispersa a los soberbios
de corazón,
derriba a los poderosos
y ensalza a a los
humildes;
a los hambrientos colma
de bienes,
y a los ricos, despide
vacíos.
Ant.: Todos
se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús.
Aleluya.
Preces
Bendigamos a
Dios Padre, que con tanta generosidad ha derramado los dones del Espíritu sobre
todos los pueblos y, pidiéndole que no cese nunca de derramar su gracia sobre
el mundo, digamos:
- Que
la gracia del Espíritu Santo abunde, Señor, en el mundo
Señor, tú que
hiciste a tu Elegido luz de las naciones,
- abre los ojos de los ciegos y libra de
toda esclavitud a los que viven en tinieblas.
Tú que ungiste
a Cristo con la fuerza del Espíritu Santo, para que realizara la salvación de
los hombres,
- haz que pase de nuevo por el mundo
haciendo el bien y curando a todos.
Envía tu
Espíritu, luz de los corazones,
- para que confirme en la fe a los que
viven en medio de incertidumbres y dudas.
Envía tu
Espíritu, solaz en el trabajo,
- para que reconforte a los que se
sienten fatigados y desanimados.
Realiza la
esperanza de los que ya se han muerto,
- y haz que en Cristo obtengan una
resurrección gloriosa.
Reconociendo que nuestra fuerza para no
caer en la tentación se halla en Dios, digamos confiadamente:
Padre
nuestro
Oh mi Señor
Mi
Señor, Oh Señor, hum Señor, Señor
Yo quiero conocerte
Déjame aprender de Ti
déjame saber, Señor
el camino entre Tú y yo
Mi Señor, Oh Señor, hum Señor, Señor
Sé lo que me contaron
o lo que leí de Ti
Sólo eso sé, Señor
del camino entre tú y yo (aleluya)
Mi Señor, Oh Señor, hum Señor, Señor
Invítame a seguirte
que quiero encontrarte
Hoy quiero escuchar tu voz
ven y enséñame, Señor
el camino entre tú y yo (aleluya)
Mi Señor (aleluya)
Hum Señor (aleluya)
Oh mi Señor (aleluya)
Quiero que me alumbres, (aleluya)
Yo quiero conocerte
Déjame aprender de Ti
déjame saber, Señor
el camino entre Tú y yo
Mi Señor, Oh Señor, hum Señor, Señor
Sé lo que me contaron
o lo que leí de Ti
Sólo eso sé, Señor
del camino entre tú y yo (aleluya)
Mi Señor, Oh Señor, hum Señor, Señor
Invítame a seguirte
que quiero encontrarte
Hoy quiero escuchar tu voz
ven y enséñame, Señor
el camino entre tú y yo (aleluya)
Mi Señor (aleluya)
Hum Señor (aleluya)
Oh mi Señor (aleluya)
Quiero que me alumbres, (aleluya)
Quiero
conseguir tu luz (aleluya)
Quiero conocer, Señor
el camino entre Tú y yo (aleluya)
Hum, hum, hum (aleluya)
Mi Señor (aleluya)
Oh mi Señor (aleluya)
Oh Señor (aleluya)
Sí, Sí, Señor (aleluya)
Dulce Señor (aleluya)
Hum, hum, hum (aleluya)
Yo quiero conocerte (aleluya)
Déjame aprender de Tí (aleluya)
Déjame saber, Señor
el camino entre Tú y yo (aleluya)
Señor (aleluya)
Mi Señor (aleluya)
Oh mi Señor
Quiero conocer, Señor
el camino entre Tú y yo (aleluya)
Hum, hum, hum (aleluya)
Mi Señor (aleluya)
Oh mi Señor (aleluya)
Oh Señor (aleluya)
Sí, Sí, Señor (aleluya)
Dulce Señor (aleluya)
Hum, hum, hum (aleluya)
Yo quiero conocerte (aleluya)
Déjame aprender de Tí (aleluya)
Déjame saber, Señor
el camino entre Tú y yo (aleluya)
Señor (aleluya)
Mi Señor (aleluya)
Oh mi Señor
Final
Señor Jesús, Tú nos repites hoy también
a nosotros:
¿Me amas? Sí, Señor; pero concédenos
amarte mucho más, con un corazón caldeado por el fuego de tu Espíritu.
Tú nos abriste el camino que lleva hasta
el Padre y, gracias a Ti, la vida es más fuerte que la muerte. Estamos seguros
en la fe de que Tú vives en nosotros y estás presente en cada hombre y mujer,
nuestros hermanos.
Haz que nos entreguemos a la apasionante
tarea de amarte, queriendo sin medida a los demás. Acompaña en su servicio a
los pastores de tu pueblo y reúne en tu Iglesia a los hijos de Dios dispersos. Amén.
Canto
a María.
María mírame
María, mírame. María, mírame
Si Tú me miras, Él también me mirara
Si Tú me miras, Él también me mirara
Madre mía, mírame. De la mano llévame
Muy cerca de Él, que ahí me quiero quedar
Muy cerca de Él, que ahí me quiero quedar
María,
cúbreme con tu manto
Que tengo miedo, no sé rezar
Que por tus ojos misericordiosos
Tendré la fuerza, tendré la paz
Que tengo miedo, no sé rezar
Que por tus ojos misericordiosos
Tendré la fuerza, tendré la paz
Madre,
consuélame de mis penas
Es que no quiero ofenderle más
Que por tus ojos misericordiosos
Quiero ir al cielo y verlos ya
Es que no quiero ofenderle más
Que por tus ojos misericordiosos
Quiero ir al cielo y verlos ya
Ya estamos celebrando
Eucaristía
Parroquia Covadonga:
martes,
jueves y sábado a las 7:30 P.M.
domingo
y festivos 12:30
No
podremos ser más de 90
Parroquia San Miguel de Campuzano:
sábados: a las 6:30 de la tarde
domingos y fiestas: 11:30 de la
mañana
No podremos ser más de 45
y hemos de respetar las normas:
Ø
venir con mascarilla
Ø
desinfectarse a la entrada
Ø
ocupar sólo los sitios marcados
Ø
la paz: un gesto desde el sitio
Ø
evitar saludos de entrada y salida