Viernes de la cuarta semana de Pascua
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén. Aleluya
Himno: Resucitó
el Señor
Llorando en silencio de
soledad
Se escucha el viento
cantar
El alba y su luz tocan
mi dolor
Mi Señor ya duerme en
paz
El que hubo amado la
vida dio
Abrazándose a una cruz
El sepulcro es un lugar
sin luz
Mi Señor ya despertará
Llegando al final de mi
caminar
Sentí resonar su voz
Me llamó a vivir, me
llamó a anunciar
Mi Señor ya resucitó
Resucitó, resucitó el Señor, aleluya
Una luz se ha encendido en la oscuridad
Una luz que no se apagará
Resucitó, resucitó el Señor, aleluya
Hoy la muerte se queda clavada en la cruz
Es vencida por el amor
Con mucho sentido de
gratitud
Te alabo yo, mi Señor
Por haber cambiado mi
corazón
Por haberme devuelto la
paz
La gracia es un don de
Dios que está en ti
La puedes ya despertar
Con él llegarás hasta
el Padre Dios
Con él viviremos en paz
Con él viviremos en paz
Salmodia
Salmo
144 - A Himno a la
grandeza de Dios.
Ant.: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a
su Hijo único. Aleluya.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por
siempre jamás.
Día tras
día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por
siempre jamás.
Grande es
el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su
grandeza;
una generación pondera
tus obras a la otra,
y le cuenta tus
hazañas.
Alaban
ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus
maravillas;
encarecen ellos tus
temibles proezas,
y yo narro tus grandes
acciones;
difunden la memoria de
tu inmensa bondad,
y aclaman tus
victorias.
El Señor
es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y
rico en piedad;
el Señor es bueno con
todos,
es cariñoso con todas
sus criaturas.
Que todas
tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus
fieles;
que proclamen la gloria
de tu reinado,
que hablen de tus
hazañas;
explicando
tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de
tu reinado.
Tu reinado es un
reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad
en edad..
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a
su Hijo único. Aleluya.
Salmo
144 - B
Ant.: Al Rey de los siglos, inmortal,
invisible, todo honor y gloria. Aleluya.
El Señor
es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus
acciones.
El Señor sostiene a los
que van a caer,
endereza a los que ya
se doblan.
Los ojos
de todos te están aguardando,
tú les das la comida a
su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a
todo viviente.
El Señor
es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas
sus acciones;
cerca está el Señor de
los que lo invocan,
de los que lo invocan
sinceramente.
Satisface
los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y
los salva.
El Señor guarda a los
que lo aman,
pero destruye a los
malvados.
Pronuncie
mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga
su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Al Rey de los siglos, inmortal,
invisible, todo honor y gloria. Aleluya.
Cántico:
Ap 15, 3-4 Himno de adoración
Ant.: Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación. Aleluya.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y verdaderos tus
caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo eres
santo,
porque vendrán todas
las acciones
y se postrarán en tu
acatamiento,
porque tus juicios se
hicieron manifiestos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Al Rey de los siglos, inmortal,
invisible, todo honor y gloria. Aleluya.
LECTURAS
Primera
lectura Hechos de
los Apóstoles 13, 26 - 33.
Dios ha cumplido la promesa
resucitando a Jesús.
En aquellos días, habiendo llegado
Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
- “Hermanos, descendientes de
Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje
de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a
Jesús ni entendieron las profecías que se leen los sábados, pero las cumplieron
al condenarlo. Aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron
a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito
de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre
los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que lo habían acompañado de
Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. Nosotros os
anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres,
nos la ha cumplido a los hijos resucitando a Jesús. Así está escrito en el
salmo segundo:
‘Tú eres mi Hijo: yo te he
engendrado hoy’”.
Canto Yo soy el
camino
1. Yo soy la luz del mundo, no hay
tinieblas junto a Mí.
Tendrán la luz de la vida por la
Palabra que les di.
Yo soy el Camino firme, yo soy la Vida y la Verdad,
por Mí llegarán al Padre y al Santo Espíritu tendrán.
2. Yo soy el Pan de Vida y con ustedes
me quedé.
Me entrego como alimento, soy el
misterio de la fe.
3. Yo soy el Buen Pastor, y por amor mi
vida doy;
yo quiero un solo rebaño, soy para
todos salvador.
4. Yo soy la vid verdadera, mi Padre
Dios, el viñador;
produzcan fruto abundante permaneciendo
en mi amor.
Evangelio Juan 14,
1 – 6.
Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida.
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
- “Que no tiemble
vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre
hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos
sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que
donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a donde yo voy, ya sabéis el camino”.
Tomás le dice:
- “Señor, no sabemos
adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”.
Jesús le responde:
- “Yo soy el camino, y
la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí”.
Reflexión:
Sólo habían convivido con él dos años y unos meses, pero
junto a él habían aprendido a vivir con confianza. Ahora, al separarse, Jesús
lo quiere dejar bien grabado en sus corazones: «No os turbéis. Creed en Dios.
Creed también en mí». Es su gran deseo.
Jesús comienza entonces a decirles palabras que nunca han
sido pronunciadas así en la tierra por nadie: «Voy a prepararos sitio en la
casa de mi Padre». La muerte no va a destruir nuestros lazos de amor. Un día
estaremos de nuevo juntos. «Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Los discípulos le escuchan desconcertados. ¿Cómo no van a
tener miedo? Si hasta Jesús que había despertado en ellos tanta confianza les
va a ser arrebatado enseguida de manera injusta y cruel. Al final, ¿en quién
podemos poner nuestra esperanza última?
Tomás interviene para poner realismo: «Señor, no sabemos
adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?». Jesús le contesta sin dudar: «Yo
soy el camino que lleva al Padre». El camino que conduce desde ahora a
experimentar a Dios como Padre. Los demás no son caminos. Son evasiones que nos
alejan de la verdad y de la vida. Esto es lo fundamental: seguir los pasos de
Jesús hasta llegar al Padre.
Felipe intuye que Jesús no está hablando de cualquier
experiencia religiosa. No basta confesar a un Dios demasiado poderoso para
sentir su bondad, demasiado grande y lejano para experimentar su misericordia.
Lo que Jesús les quiere infundir es diferente. Por eso dice: «Señor, muéstranos
al Padre y nos basta».
La respuesta de Jesús es inesperada y grandiosa: «Quien me
ha visto a mí, ha visto al Padre». La vida de Jesús: su bondad, su libertad
para hacer el bien, su perdón, su amor a los últimos... hacen visible y creíble
al Padre. Su vida nos revela que en lo más hondo de la realidad hay un misterio
último de bondad y de amor. Él lo llama Padre.
Los cristianos vivimos de estas dos palabras de Jesús: «No
tengáis miedo porque yo voy a prepararos un sitio en la casa de mi Padre»,
«Quien me ve a mí, está viendo al Padre». Siempre que nos atrevemos a vivir
algo de la bondad, la libertad, la compasión... que Jesús introdujo en el
mundo, estamos haciendo más creíble a un Dios Padre, último fundamento de
nuestra esperanza.
(Guardamos unos minutos de
silencio y reflexionamos sobre lo leido)
Responsorio breve:
Ant.: Yo soy el camino y la verdad y la
vida. Aleluya, aleluya.
nadie
va a padre si no es por Mí. Aleluya, aleluya.
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Yo
soy el camino y la verdad y la vida. Aleluya, aleluya.
Magníficat.
Taizé - Magnificat
Anima Mea Dominum
Ant.:
El buen Pastor dio su vida por las ovejas. Aleluya.. Aleluya.
† (Con el video de fondo, hacemos la señal de la cruz y
recitamos el canto de María)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.:
El buen Pastor dio su vida por las ovejas. Aleluya.. Aleluya.
Preces
Invoquemos a Cristo,
camino, verdad y vida, y digámosle:
- Hijo de Dios vivo, bendice a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por
los ministros de tu Iglesia: que, al no poder partir con sus hermanos el pan de
vida en estos días,
- sintiéndose unidos a
ellos encuentren paz, ánimo y fortaleza.
Te pedimos por todo el
pueblo cristiano, atacado hoy por esta enfermedad que amenaza con
distanciarnos,
- Que no esforcemos en
mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz a pesar de nuestras
separaciones forzosas.
Te pedimos por los que
rigen los destinos de las naciones: que cumplan su misión de servicio con
espíritu de compasión y con amor;
- para que se
restablezca pronto la salud en todos los pueblos.
Señor, que podamos
celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos, y que nuestros
hermanos difuntos, que encomendamos a tu bondad,
- se alegren también en tu reino.
Fieles a la
recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro
Padre
nuestro, Padre de todos,
La
No eres nuestro si no eres de todos.
Padre
de la vida, Padre del amor,
por
eso, los niños, contigo son Dios.
Padre
nuestro que estás en la tierra.
Todos
te vemos y creemos en ti cuando juntos somos como un solo niño.
Santificamos
tu nombre porque así somos tú y así vivimos tu Reino en nosotros.
¿Cómo
vamos a hablar de tu Reino en la tierra si no lo sentimos dentro de nosotros?
Tu
voluntad la hacemos cuando todas las niñas y todos los niños,
los
chinos, los indios, los chiapanecos, los esquimales, los ucranianos, los
pigmeos...
los
sentimos a todos en nuestro corazón.
El pan
que cada día nos regalas, te lo agradecemos de verdad
cuando
nosotros vivimos para que lo tengan todos los niños,
porque
igual que tú nos lo das a nosotros, nosotros se lo damos a ellos.
Así
todos entienden eso de que tú eres un Dios bueno,
que
nos perdonas todas las cosas que no hacemos como tú quieres...
No
permitas que olvidemos estas cosas,
y
recuérdanos que las tenemos que vivir siempre aquí en la tierra,
igual
que cuando estemos contigo en el cielo. Amén.
Final
Señor Dios, origen de nuestra libertad y de nuestra salvación, escucha las súplicas de quienes te invocamos, y, pues nos has salvado por la sangre de tu Hijo, haz que vivamos siempre en ti, y en ti encontremos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Canto a María.
Mirarte a ti
- Romina González R.
Mirarte a ti es sentir
a Dios muy cerca de mí.
Mirarte a ti es volar.
Mirarte a ti es soñar
Que puedo volar sobre el mar.
Mirarte a ti es encontrar la paz.
Mirarte a ti es perder la razón
Y enloquecerse con tanto amor
Al ver en tus ojos a tu hijo, Cristo
Jesús.
María, dame un poco de tu serenidad,
Un poco de tu paciencia, un poco de
tu fidelidad.
María, enciende mi fuego, enciéndeme
con tu luz,
Yo quiero arder por cristo con el
fervor que tienes tú.
Mirarte a ti es tener
el alma dispuesta a creer,
Mirarte a ti es orar.
Mirarte a ti es cantar
Que amo a dios sin dudar,
Mirarte a ti es no tener final.
Mirarte a ti es vencer el temor
Y entregarse en un “si” de amor
Al ver tus ojos la calma de un cielo
azul.
María, dame un poco de tu
serenidad...
Me alcance tu corazón,
Inmaculado y puro en amor,
Me llene de tu ternura,
Eterna dulzura, madre de dios.
María, dame un poco de tu serenidad....
¡quédate
en casa!
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