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miércoles, 6 de mayo de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- Miércoles



Miércoles de la cuarta Semana de Pascua

(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno:
Nuestra pascua inmolada, aleluya


Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya. Aleluya


1.     Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,
despierta tú que duermes y el Señor te alumbrará.

2.     Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad el hombre viejo, revestíos del Señor.

3.     Pascua sagrada, ¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas renacemos al Señor.

4.     Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría dada a luz en el dolor.


Salmodia:
       Salmo 138 I Dios está en todas partes y lo ve todo

Ant.: La noche será clara como el día. Aleluya

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: "que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí",
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: La noche será clara como el día. Aleluya

        Salmo 138 II                            Señor, tú me conoces

Ant.: Yo conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. Aleluya.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Yo conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. Aleluya.

      Cántico: Colosenses 1, 12-20           Himno a Cristo

Ant.: Él es el origen, guía y meta del universo. A Él la gloria por los siglos. Aleluya.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Él es el origen, guía y meta del universo. A Él la gloria por los siglos. Aleluya.

Lecturas
Primera lectura             Hechos de los Apóstoles 12, 24 – 13, 5
Apartadme a Bernabé y a Saulo.

En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos.
En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo.
Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo:
- “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado”.
Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron.
Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan.
                  Canto         Oh Dios que te alaben los pueblos 


Oh Dios que te alaben los pueblos,
Que todos los pueblos te alaben.

1.     El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
2.     Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
3.     Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
  Evangelio                                      Juan 12, 44 - 50
Yo he venido al mundo como luz.

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
- “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre”.
Reflexión:
Predicar a Cristo, y no las propias ideas, es el servicio y la fidelidad a la misión por parte de Pablo y Bernabé, como nos muestra la primera lectura. La ciudad de Antioquía de Siria se ha convertido en un foco pujante de cristianismo, desde donde parte la evangelización a los no judíos. El texto comienza con un tono de optimismo, propio de los resúmenes de Lucas en los Hechos: La palabra de Dios cundía y se propagaba.
Entre los profetas y maestros que había en la comunidad de Antioquía se mencionan cinco, entre los que destacan Bernabé y Pablo, a quien el primero había traído desde Tarso. Precisamente son los dos a quienes selecciona el Espíritu Santo, un día en que ayunaban y daban culto al Señor: "Con esta misión del Espíritu Santo” emprendieron Pablo y Bernabé su primer viaje misionero.
Importa mucho resaltar dos detalles. Primero: La elección de los misioneros tiene lugar en un contexto litúrgico. "Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a que los he llamado”. Y segundo: La comunidad de Antioquía se solidariza con el envío misionero que tiene su origen en el Espíritu: "Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron”. Así se unen culto y misión, fe y evangelización.
Lo mismo que no hay amor a Dios sin amor a los hermanos, así tampoco hay liturgia auténtica si la comunidad que la celebra, y cada uno de sus miembros, no se siente interpelada por el Espíritu para la misión apostólica. Una comunidad abierta no se contenta con reunir a los que ya están dentro ni celebra el culto para regodeo espiritual de los devotos, sino que vive intensamente la dimensión misionera.
Más todavía: según Pablo, si toda la vida del cristiano animado por la caridad debe ser culto espiritual, "el sagrado oficio de anunciar el evangelio” es una liturgia en que el apóstol, es decir, Cristo por medio de él, ofrece los hombres a Dios.
Responsorio breve:
Ant.: Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. Aleluya, aleluya.
          El que me sigue tendrá la luz de la vida. Aleluya, aleluya.
          Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
          Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. Aleluya, aleluya.
Magníficat.

Ant: Jesús entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.

Magníficat.

Ant: Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Aleluya.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a cantar) 

Proclama mi alma, la grandeza de Dios se alegra mi espíritu, en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado, la humildad de su sierva.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
Porque el poderoso ha obrado y hace maravillas en nosotros.
Grande es su amor para todos.  Grande es su amor y por siempre.  Grande es su amor.
Hace proezas, con su brazo. Corrige a los soberbios y con todo el corazón.
Levanta a los humildes, llena de bienes a los pobres.
Su promesa por siempre durará  Como dijo a nuestros padres.
Porque el poderoso ha obrado y hace maravillas en nosotros.
Grande es su amor para todos.  Grande es su amor y por siempre.  Grande es su amor.
Dios les bendiga, A Jesús por María 

Ant: Jesús entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.

Preces

Imploremos a Dios Padre, que por la resurrección de su Hijo de entre los muertos nos ha abierto el camino de la vida eterna, y digámosle:
̶     Por la victoria de Cristo, salva, Señor, a tus redimidos.
Tú, Señor, que por tu resurrección nos das la vida y la salud,
̶     concede salud y fortaleza a los que cuidan de nosotros y a sus familias.
Acuérdate, Señor, de los que se han consagrado al ministerio pastoral y sirven como laicos en tu Iglesia;
̶     que sean, en este tiempo de prueba por la pandemia que nos aqueja, ejemplo de ánimo y paciencia para tu  pueblo.
Concede, Señor, el espíritu de justicia y de paz a los que gobiernan las naciones
̶     y haz que, olvidando sus luchas partidistas, se esfuercen por hacer más llevadera a tus hijos esta difícil situación.
Concede paz y solidaridad a nuestros días
̶     haz que compartamos nuestros bienes de la tierra, para que los pobres puedan tener los alimentos y bienes que necesitan.
Oh Cristo, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero y has llamado a la vida a toda la creación, que estaba sometida a la frustración,
̶     concede la luz eterna a nuestros hermanos que han muerto a causa del Coronavirus y da paz a sus familias.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:

Padre nuestro




Padre nuestro que estas en los cielos,
santificado sea tu nombre
y danos hoy nuestro pan diario
y perdonar nuestras iniquidades
Padre nuestro, Padre nuestro
que estás en los cielos//

A ti oh Jehová levantare mi canto
Dios mío en ti confió no seré avergonzado
no se alegren de mí mis enemigos (bis)

Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre
y danos hoy nuestro pan diario
y perdonar nuestras iniquidades
Padre nuestro, Padre nuestro
que esta en los cielos

Final

Señor, tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de los santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la abundancia de tus dones a los que tienen sed de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amé
n.


Canto a María.
María música de Dios




Me quede sin voz, con que cantar
y mi alma vacía dormida se quedaba
Y pensé para mi me pondré en sus manos,
manos de madre; Me dejaré en su amor
Y tu Maria hazme música de Dios
Y tu Maria anima tú las cuerdas de mi alma
Aleluya… amen… (Bis)
María acompaña tú mi caminar
yo solo no puedo, ayúdame andar
Y pensé para mí me pondré en sus manos,
manos de madre. Me dejaré en su amor

¡quédate en casa!

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