Tiempo
de Pascua
Martes de la cuarta semana
Oración del atardecer
Vísperas
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya
Himno: Aleluya es la fiesta del Señor
1.
Aleluya, aleluya, es la fiesta del Señor;
aleluya, aleluya,
el Señor resucitó.
Aleluya, aleluya, es la fiesta del Señor;
Aleluya, aleluya, es la fiesta del Señor;
aleluya,
aleluya, el Señor resucitó.
2.
Ya no hay miedo, ya no hay muerte,
ya no hay penas
que llorar,
porque Cristo
sigue vivo,
la esperanza
abierta está.
3.
Cuando un hombre a tu lado,
ya no sabe
caminar,
no lo dejes de la
mano,
dale tu felicidad.
4.
Cuando alguien te pregunte
dónde está la
libertad,
que en tus obras
él descubra,
que Jesús es quien
la da.
5.
Si delante de los hombres
encendemos nuestra
luz,
abriremos mil
caminos
para la
resurrección.
Salmo
136 Junto a los
canales de Babilonia.
Ant:. Cantadnos un cantar de Sión. Aleluya.
Junto a los canales de Babilonia
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar
con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus
orillas
colgábamos nuestras
cítaras.
Allí los
que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a
divertirlos:
"Cantadnos un
cantar de Sión."
¡Cómo
cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti,
Jerusalén,
que se me paralice la
mano derecha;
que se me
pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis
alegrías.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.:
Cantadnos
un cantar de Sión. Aleluya.
Salmo
137 Acción de
gracias
Ant.: En medio de los peligros me conservaste la vida. Aleluya.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
Ant.: En medio de los peligros me conservaste la vida. Aleluya.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles
tañeré para ti,
me postraré hacia tu
santuario,
daré gracias a tu
nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa
supera a tu fama;
cuando te invoqué, me
escuchaste,
acreciste el valor de
mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la
tierra,
al escuchar el oráculo
de tu boca;
canten los caminos del
Señor,
porque la gloria del
Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al
soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo
contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia
es eterna,
no abandones la obra de
tus manos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: En medio de los
peligros me conservaste la vida. Aleluya.
Cántico: Apocalipsis 5, 9 -12: Himno de los redimidos
Cántico: Apocalipsis 5, 9 -12: Himno de los redimidos
Ant: Tuyos
son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria y el esplendor. Aleluya.
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la
riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant: Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria y el
esplendor. Aleluya.
Lecturas Que tu palabra nos cambie el corazón
Primera lectura Libro
de los Hechos de los Apóstoles 11, 19
- 26.
Se pusieron a hablar también a los
griegos, anunciándoles el Señor Jesús.
En aquellos días, los que se habían dispersado en la
persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y
Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos,
naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar
también a los helenistas, anunciándoles la Buena Noticia del Señor Jesús. Como
la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a
Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró
mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era
hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se
adhirió al Señor.
Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró
y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e
instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los
discípulos cristianos.
Canto: Salmo
92 Pon tu mano en la mano
Pon tu mano en la mano de aquél que está a tu lado,
pon tu mano en la mano porque Él te guiará,
Mira dentro de ti y comprenderás que hay mucho que llenar
porque tu
mano en la mano de Él te ayudará.
Él está junto a ti si crees
necesitarlo
Él está para hablar y
escuchar para llamarlo
como el agua del mar, como
libertad, como tu imaginación
Él está y es tan grande que calma tu corazón.
Él está en cada cosa que
estás regalando
Él está en cada cosa que
estás esperando
de noche y de día y ante el
tren de la vida
en cada paso donde está
Dios
Él está como siempre en el andén de tu interior
Evangelio Juan
10, 22 - 30 Yo
y el Padre somos uno.
Se celebraba en
Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se
paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le
preguntaban:
- “¿Hasta cuándo nos
vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente”.
Jesús les respondió:
- “Os lo he dicho, y no
creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí.
Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi
voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las
ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y
el Padre somos uno”.
Reflexión:
Es más frecuente de lo que pensamos. Los creyentes
decimos creer en Dios, pero en la práctica vivimos como si no existiera. Éste
es también el riesgo que tenemos hoy al abordar la crisis religiosa actual y el
futuro incierto de la Iglesia. Vivir estos momentos de manera atea.
Ya no sabemos caminar en la “presencia de Dios”.
Analizamos nuestras crisis y planificamos el trabajo pensando sólo en nuestras
posibilidades. Se nos olvida que el mundo está en manos de Dios, no en las
nuestras. Ignoramos que el Gran Pastor que cuida y guía la vida de cada ser
humano es Dios.
Vivimos como cristianos “huérfanos”” que han perdido a
su Padre. La crisis nos desborda. Lo que se nos pide nos parece excesivo. Es
imposible perseverar con ánimo en una tarea, cuando no se ve el éxito por
ninguna parte. Nos sentimos solos y cada uno se defiende como puede.
Según el relato evangélico, Jesús está en Jerusalén
comunicando su mensaje. Es invierno y, para no enfriarse, se pasea por uno de
los pórticos del templo, rodeado de judíos que lo acosan con sus preguntas.
Jesús está hablando de las “ovejas” que escuchan su voz y le siguen. En un
momento determinado dice: Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie
puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.
Según Jesús, Dios supera a todos. Que nosotros estemos
en crisis, no significa que Dios está en crisis. Que los cristianos perdamos el
ánimo, no quiere decir que Dios se haya quedado sin fuerzas para salvar. Que
nosotros no sepamos dialogar con el hombre de hoy, no significa que Dios ya no
encuentre caminos para hablar al corazón de cada persona. Que las gentes se
marchen de nuestras iglesias, no quiere decir que se le escapen a Dios de sus
manos protectoras.
Dios es Dios. Ninguna crisis religiosa y ninguna
mediocridad de la Iglesia podrán arrebatar de sus manos a esos hijos e hijas a
los que ama con amor infinito. Dios no abandona a nadie. Tiene sus caminos para
cuidar y guiar a cada uno de sus hijos, y sus caminos no son necesariamente los
que nosotros le pretendemos trazar.
Responsorio Breve
Ant.: Los discípulos se llenaron de
alegría al ver al Señor. Aleluya, aleluya.
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Los
discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
Magníficat.
Yo cantaré al
Señor un himno grande
Ant.: Yo conozco a mis ovejas, y ellas me siguen, y
yo les doy la vida eterna. Aleluya.
(Se hace la señal de la cruz mientras se
comienza a cantar)
† Yo cantaré al Señor un himno
grande.
Yo cantaré al Señor una canción.
Mi alma se engrandece, mi alma canta al Señor.
Mi alma se engrandece, mi alma canta al Señor.
Proclama mi alma la grandeza de Dios.
Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador,
porque ha mirado
la humillación de su sierva.
la humillación de su sierva.
Cantad conmigo la grandeza de Dios.
Todas las naciones alabad al Señor.
Yo cantaré....
Ant.: Yo conozco a mis ovejas, y ellas me siguen, y
yo les doy la vida eterna. Aleluya.
Preces
Invoquemos a Cristo,
que con su resurrección ha reanimado la esperanza de su pueblo, y digámosle:
- Señor, tú que
vives para nosotros, escúchanos
Señor Jesús, cuyo
costado fue traspasado en la Cruzó,
- ayúdanos a
soportar nuestros dolores y dolencias.
Pastor supremo de la
Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a tus amigos el cuidado de
tus hermanos,
- concédenos ayudarnos
unos a otros, respetando las distancias físicas.
Tú que enviaste a los
discípulos a sanar a los enfermos,
- que quienes
cuidan hoy de nosotros, no desfallezcan.
Tú que preparaste a la
orilla del mar pan y pescado para los discípulos,
- no permitas que
nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.
Señor Jesús, nuevo Adán
que nos das la vida, transforma a nuestros difuntos a imagen tuya,
- para que
compartan contigo la alegría de tu Reino.
Unidos fraternalmente
como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro (En el mar he oido hoy)
En el mar he oído hoy,
Señor,
tu voz, que me llamó y
me pidió
que me entregara a mis
hermanos.
Esa voz me transformó,
mi vida entera ya
cambió
y sólo pienso ahora,
Señor, en repetirte:
Padre nuestro, en ti
creemos.
Padre nuestro, te
ofrecemos.
Padre nuestro,
nuestras manos de
hermanos.
(Bis)
Cuando vaya a otro
lugar,
tendré, Señor, que
abandonar a mi familia,
a mis amigos por
seguirte;
pero sé que así algún
día
podré enseñar tu verdad
a mi hermano y junto a
él yo repetirte:.
Final
Te pedimos, Señor, que nos hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado, y pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros, haz que un día los poseamos en plenitud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Te pedimos, Señor, que nos hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado, y pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros, haz que un día los poseamos en plenitud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Canto a María
Yo Vengo A
Ofrecer Mi Corazón
¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón
Tanta sangre que se llevó el río
Yo vengo a ofrecer mi corazón
No será tan fácil, ya sé qué pasa
No será tan simple como pensaba
Como abrir el pecho y sacar el alma
Una cuchillada del amor
Cuna de los pobres siempre abierta
Yo vengo a ofrecer mi corazón
Como un documento inalterable
Yo vengo a ofrecer mi corazón
Y uniré las puntas de un mismo lazo
Y me iré tranquilo, me iré despacio
Y te daré todo, y me darás algo
Algo que me alivie un poco más
Cuando no haya nadie cerca o lejos
Yo vengo a ofrecer mi corazón
Cuando los satélites no alcancen
Yo vengo a ofrecer mi corazón
Y hablo de países y de esperanzas
Hablo por la vida, hablo por la nada
Hablo de cambiar ésta, nuestra casa
De cambiarla por cambiar, nomás
¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón
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