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viernes, 22 de mayo de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- VIERNES


Viernes de la Sexta Semana de Pascua


(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno:          Nuestra Pascua inmolada


Nuestra Pascua inmolada, aleluya,

es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.

1.     Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,
despierta, tú que duermes,
y el Señor te alumbrará.

2.     Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
canta un himno a su Señor.

3.     Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.


Salmodia
              Salmo 114                         Acción de gracias

Ant: El Señor ha salvado mi vida de los lazos del abismo. Aleluya.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor ha salvado mi vida de los lazos del abismo. Aleluya.

         Salmo 120                    El guardián del pueblo

Ant:     El Señor guarda a su pueblo como a las niñas de sus ojos. Aleluya.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
Él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant:     El Señor guarda a su pueblo como a las niñas de sus ojos. Aleluya.

              Cántico: Ap 15, 3-4             Himno de adoración

Ant:  Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación. Aleluya.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las acciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant:     El Señor guarda a su pueblo como a las niñas de sus ojos. Aleluya.

Lecturas
Primera lectura     Libro de los Hechos de los Apóstoles 18, 9 - 18.
Muchos de esta ciudad son pueblo mío.  

Estando Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:
- “No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío”.
Pablo se quedó allí un año y medio, explicándoles la palabra de Dios.
Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron en masa contra Pablo, lo condujeron al tribunal y lo acusaron:
- “Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la Ley”.
Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos:
- “Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros. Yo no quiero meterme a juez de esos asuntos”.
Y ordenó despejar el tribunal.
Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal. Galión no hizo caso.
Pablo se quedó allí algún tiempo; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Áquila. En Cencreas se afeitó la cabeza, porque había hecho un voto.
Canto                               Pueblos todos batid palmas (salmo 46)

Aleluya, aleluya, aleluya
1.     Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo,
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
2.     Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones,
Él nos escogió por heredad suya,
gloria de Jacob, su amado.
3.     Dios asciende entre aclamaciones,
el Señor al son de trompetas,
tocad para Dios, todad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
4.     Porque Dios es el rey del mundo,
tocad con maestría,
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

  Evangelio                                   Juan 16, 20 – 23
Nadie os quitará vuestra alegría.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- “Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada”.
Reflexión:
1. El gozo de la vida que nace. La proclamación evangélica de hoy comienza repitiendo la última frase de Jesús a sus discípulos en el evangelio de ayer al anunciarles, una vez más, su partida: "Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría”. Se trata de una alegría que surge triunfante del dolor. Para expresarla se sirve Jesús de una breve parábola, sacada de la experiencia del nacimiento de un ser humano. "La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz al niño ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre”.
Este lenguaje figurativo referente a los dolores del parto tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, en que se aplica al día del Señor y a la venida del mesías. Según la mentalidad judía, al día final del Señor precederá una gran tribulación para los elegidos, preludio de la alegría por la victoria final, lo mismo que los dolores del parto dan paso al gozo de una nueva vida.
La tristeza de los discípulos tendrá un doble motivo de dolor: la partida de Jesús en su muerte y las tribulaciones que él les ha predicho. Igualmente la alegría que seguirá tiene una doble causa: la victoria de Cristo sobre la muerte en su resurrección y la presencia duradera del Señor por medio de su Espíritu, si bien esta alegría no excluye el dolor impuesto por el odio del mundo.
Exactamente ésa fue la situación del apóstol Pablo al servicio del evangelio. En la primera lectura le vemos hoy acusado por los judíos de Corinto ante el tribunal de Galión, procónsul de Acaya; pero salió bien parado al declararse el romano incompetente en asuntos religiosos.
La muerte de Cristo supuso el doloroso parto de una humanidad nueva mediante la resurrección de quien es el hombre nuevo. Jesús fue el grano de trigo que, muriendo en el surco, dio espléndida cosecha de vida nueva según el proyecto de Dios. Precisamente en esa vida nueva reside la alegría que nadie podrá arrebatar a los que son de Cristo. Un gozo que ya se les concedió en las apariciones pascuales del resucitado y que se continuará en la asistencia del Paráclito, que hace presente a Jesús.
Responsorio Breve

Ant.: Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis. Aleluya, aleluya.
          Pero vuestra tristeza se volverá alegría. Aleluya, aleluya
          Gloria al Padre y al Hijo, y al espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
          Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis. Aleluya, aleluya.

Magníficat.                                      Cielo abierto (Kairy Marquez)

Ant.: Vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. Aleluya.


(Hacemos la señal de la cruz y recitamos el canto de María)

Mi alma alaba al Señor
Y mi espíritu se alegra
En Dios mi salvador
Grandes maravilla ha hecho en mi
Eres poderoso, poderoso, poderoso Dios
Eres poderoso, poderoso, poderoso Dios

Su nombre es santo, santo
Su nombre es santo, santo
Su nombre es santo, santo
Su nombre es santo, santo

Tu misericordia a mi vida llegó
Maravillas has hecho en mi corazón
Tu misericordia a mi vida llegó
Puedo ver tus promesas
Puedo sentir tu amor

Ant.: Vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. Aleluya.

Preces

Oremos a Cristo, fuente de toda vida y principio de todo bien, y digámosle confiadamente:
-    Instaura, Señor, tu reino en el mundo
Jesús salvador, tú que, muerto en la carne, fuiste devuelto a la vida por el Espíritu,
-    haz que nosotros, muertos al pecado, vivamos también de tu Espíritu.
Tú que enviaste a tus discípulos al mundo entero para que proclamaran el Evangelio a toda la creación,
-    haz que cuantos anuncian el Evangelio a los hombres vivan de tu Espíritu.
Tú que recibiste pleno poder en el cielo y en la tierra para ser testigo de la verdad,
-    guarda en tu verdad a quienes nos gobiernan.
Tú que todo lo haces nuevo y nos mandas esperar anhelantes la llegada de tu reino,
-    haz que, cuanto más esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que nos prometes, con tanto mayor empeño trabajemos por la edificación del mundo presente.
Tú que descendiste al abismo para anunciar el gozo del Evangelio a los muertos,
-    sé tú mismo la eterna alegría de nuestros difuntos.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:

Padre nuestro  ¿por qué yo, Señor? (Elvis Presley)


(Por qué yo Señor? ¿Qué he hecho yo
para merecer siquiera uno de los placeres que he conocido?
Dime señor ¿Qué hice para merecer el amor y la bondad que has mostrado)

Señor celestial Jesús le alabaré
Así que  ayúdame Jesús yo sé lo que soy
Ahora que yo sé que te necesito
Ayúdame Jesús, mi alma está en tus manos

(Pruébame Señor, si Tú piensas que hay una manera que yo pueda pagar
Todo lo que he recibido de ti
Perdóname, Señor, yo puedo enseñar a alguien más
Lo que yo ha pasado conmigo En mi camino de regreso a Ti)

Señor celestial Jesús le alabaré
Así que  ayúdame Jesús yo sé lo que soy, ¡Oh sí!
Ahora que sé que te necesito
Ayúdame Jesús, mi alma en tus manos
Jesús, mi alma está en tus manos
Final

Dios Padre nuestro, Dios fiel a tus promesas, escucha el grito ardiente de nuestra plegaria; y, según la promesa de Cristo en su despedida, cambia nuestra tristeza en gozo indestructible. Reconocemos, Señor, que no sabemos orar en profundidad. Danos el Espíritu de Jesús que nos enseñe a rezarte.
Te presentamos nuestro mundo que gime bajo el peso de la increencia y de la desesperanza. Cuando el cansancio y el desánimo nos ronden, danos tu fuerza, tu luz, tu verdad y tu alegría para seguir firmes en la fe hasta el día de Cristo. Amén.

Canto a María.                   Ave María. Raphael

Es verdad,

que hace tiempo que te tengo en el olvido,
que ni rezo, ni me acuerdo,
de llevarte rosas rojas a tu altar.

Es verdad,
que tu nombre yo no lo digo desde niño,
pero ahora,
yo, yo necesito
que me ayudes
y te olvides lo que he sido.

Ave María,
escúchame,
Ave María, Ave María,
tú sabes,
tú sabes que yo la quiero
y es todo lo que tengo.
Ave María,
Ave María escúchame,
Ave María, Ave María,
te pido,
yo te pido que no termine,
nuestro amor, nuestro amor. (Ave María).



Celebramos, ya la Eucaristía, sólo en la iglesia parroquial:


Parroquia Covadonga:
martes, jueves y sábado a las 7:30 P.M.
domingo y festivos 12:30

Parroquia San Miguel de Campuzano:
sábados: a las 6:30 de la tarde
domingos y fiestas: 11:30 de la mañana 

No podremos ser más de 90 en Covadonga, ni de 45 en Campuzano
y hemos de respetar las normas:

  • venir con mascarilla
  • desinfectarse a la entrada
  • ocupar sólo los sitios marcados
  • la paz: un gesto desde el sitio
  • evitar saludos de entrada y salida

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