Tiempo de Pascua
Martes de la tercera semana
Oración del atardecer
Vísperas
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya
Himno: Cantaremos Tus Hazañas
Cantaremos
tus hazañas, Señor, Señor:
lo que has hecho con tu pueblo, Señor, Señor.
lo que has hecho con tu pueblo, Señor, Señor.
1.
Porque vimos tu fuerza entre nosotros
cuando fuimos a luchar por lo que es justo,
cuando unidos, contra el miedo y el cansancio,
conseguimos la victoria sobre ellos.
2.
Van cayendo por fin los poderosos,
en las calles no aparecen ya sus nombres,
quitarán uno a uno sus retratos,
sepultados en el olvido para siempre.
3.
Son muchos los que oprimen a los pobres
y encarcelan al que fue siempre inocente;
no te calles, Señor, ven a nosotros,
esperanza del pueblo que combate.
4.
Juzgarás a los gobiernos con justicia,
Tú gobiernas con justicia verdadera;
te aclamamos: “defensor de los del abajo”,
“de los pobres y oprimidos de la tierra”.
5.
Nunca olvides el clamor de los que sufren,
vengarás su sangre derramada;
sácanos de las puertas de la muerte
para entonar los cantos de victoria.
Salmo 124: El Señor
vela por su pueblo.
Ant.:
Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes
del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas
mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y
acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen
los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en
edad,
aunque hayan dado nombre a países.
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como
los animales.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.: Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.
Salmo 130: Abandono
confiado en los brazos de Dios.
Ant.: Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
Ant.: Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi
capacidad;
sino que acallo y
modero mis deseos,
como un niño en brazos
de su madre.
Espere
Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.: Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Cántico: Apocalipsis 4, 11; 5, 9 -12: Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la
riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste y
existió.
Aleluya.
Lecturas Que tu palabra nos cambie el corazón
Que
tu palabra nos cambie el corazón.
Que
tu palabra nos cambie el corazón.
Transforma
en nieve el carbón de nuestro gris corazón
Que
tu palabra nos cambien el corazón
Primera
lectura Libro de los Hechos de los
Apóstoles 7, 51-60.
Señor Jesús, recibe mi espíritu.
En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a
los ancianos y a los escribas:
- “¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y
de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres.
¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que
anunciaban la venida del Justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y
asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis
observado”.
Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y
rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la
mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de
Dios, y dijo:
- “Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de
pie a la derecha de Dios”.
Dando un grito estentóreo, se taparon los
oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de
la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los
pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que
repetía esta invocación:
- “Señor Jesús, recibe mi espíritu”.
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:
- “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”.
Y, con estas palabras, expiró.
Saulo aprobaba la ejecución.
Canto: Salmo 92 Padre, me pongo en tus manos
Padre, me pongo en
tus manos. Haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea. Te
doy gracias.
Estoy dispuesto a
todo. Lo acepto todo,
con tal de que tu
voluntad se cumpla en mí.
No deseo nada más, Te
confío mi alma.
Te la doy con todo el
amor de que soy capaz.
Porque te amo y
necesito darme,
ponerme en tus manos
porque eres mi Padre.
No deseo nada más, Te confío mi alma.
Te la doy con todo el
amor de que soy capaz.
Porque te amo y
necesito darme,
ponerme en tus manos porque eres mi Padre.
Evangelio Juan
6, 30-35
No
fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo.
En aquel
tiempo, dijo la gente a Jesús:
- «¿Y qué
signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros
padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a
comer pan del cielo".
Jesús les
replicó:
- “Os aseguro
que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da
el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da
vida al mundo”.
Entonces le
dijeron:
- “Señor,
danos siempre de este pan”.
Jesús les
contestó:
- “Yo soy el
pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca
pasará sed”.
Reflexión:
Las palabras con las que Esteban culmina su testimonio
sobre Jesús, formulan una acusación muy seria contra el liderazgo religioso
judío: resisten al Espíritu Santo. El testigo asimila a sus perseguidores a la
generación del desierto. A pesar de los prodigios que Dios obraba en su favor
para encaminarlos a la liberación, los padres del desierto nunca encararon el
futuro, ni la novedad de su caminar, con la fuerza de la fe en Dios; por el
contrario, aquella gente se cerró a la gracia por mirar a las seguridades de la
esclavitud egipcia, y por eso se mantuvo infiel en su corazón. Esta es la
resistencia al Espíritu.
El espíritu profético del cristiano realiza su
propósito en la recta interpretación de la realidad para transformarla. Tres
referencias dinámicas y concurrentes parecen indispensables para esto: releer
las Escrituras para discernir el proyecto de Dios para sus hijos, con Cristo
como cabeza. Escrutar las condiciones de vida circundantes y crear nexos de
solidaridad fraterna y equitativa. ¿Qué hacemos para avivar el espíritu
profético de nuestra comunidad de fe?
Responsorio Breve
Ant.: A tus manos, Señor. Aleluya,
aleluya.
Encomiendo
mi espíritu. Aleluya, aleluya
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
A
tus manos, Señor. Aleluya, aleluya.
Magníficat.
Coro
San Agustín Luz del Mundo
(Se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a cantar)
† Mi alma engrandece al Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
se fijó en su servidora más humilde;
desde ahora dichosa me dirán todos los siglos.
Maravillas hizo en mí por su poder
y santo es el nombre de mi Dios y mi Señor,
su poder por los siglos de los siglos
a los hombres que le temen él les guarda compasión.
La fuerza de su brazo desplegó
y deshizo lo proyectos del soberbio corazón,
derribó de su trono a poderosos
pero en cambio a los humildes y a los pobres levantó
Al hambriento de bienes colmó,
con las manos vacías a los ricos despidió
Él es fiel y no olvida sus promesas
a su pueblo como a un hijo para siempre lo acogió.
Amén, amén, amén.
Ant: El Pan de Dios es el que baja del cielo y da
vida al mundo Aleluya.
Preces
Aclamemos alegres a
Cristo, que después de ser sepultado en el seno de la tierra resucitó
gloriosamente a una vida nueva, y digámosle confiados:
- Rey de la gloria, escúchanos.
Te rogamos, Señor, por
los obispos, los presbíteros y los diáconos: que sirvan con celo a tu pueblo
- y lo conduzcan por el camino del bien.
Te rogamos, Señor, por
los que sirven a la Iglesia con el estudio de tu palabra:
- que escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo
de adoctrinar a tu pueblo
Te rogamos, Señor, por
todos los fieles de la Iglesia: que combatan bien el combate de la fe,
- y, habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona
merecida
Tú que en la cruz
clavaste y borraste el protocolo que nos condenaba,
- destruye también en nosotros toda clase de esclavitud y
líbranos de toda tiniebla.
Tú que al bajar al
lugar de los muertos abriste las puertas del abismo,
- recibe a nuestros hermanos difuntos en tu reino.
Unidos fraternalmente
como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común:
Padre nuestro
El
padrenuestro el padre Ceferino
Padre
nuestro que estás en el cielo,
santificado
sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a
los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal
Padre
nuestro.
Final
Señor, tú que abres la puerta de tu reino a los que han renacido del agua y del Espíritu, acrecienta la gracia que has dado a tus hijos, para que, purificados ya de nuestras faltas, alcancemos todas tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive entre nosotros y contigo y el Espíritu es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Señor, tú que abres la puerta de tu reino a los que han renacido del agua y del Espíritu, acrecienta la gracia que has dado a tus hijos, para que, purificados ya de nuestras faltas, alcancemos todas tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive entre nosotros y contigo y el Espíritu es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Canto a María
A María -
(Ricardo Montaner)
A María
le ha crecido su barriga,
y jamás
supo de amor, ni con José.
Y en el pueblo los comentarios ya se oían,
Y en el pueblo los comentarios ya se oían,
y así se
fueron caminando hacia Belén.
A María una luz le encomendaba
A María una luz le encomendaba
la tarea
de ser madre del gran rey.
Y José, que enamorado la miraba,
Y José, que enamorado la miraba,
le
construía un pesebrito para él.
Quién te iba a decir, María,
Quién te iba a decir, María,
cuando lo
viste dar sus primeros pasitos,
que besabas a Dios al besar a tu niñito.
que besabas a Dios al besar a tu niñito.
Quién te
iba a decir, María,
cuando le dabas de comer al corderito,
cuando le dabas de comer al corderito,
que el
cordero de Dios, es tu hijo Jesucristo.
A María y a José les nació un niño,
A María y a José les nació un niño,
y los
Reyes Magos llegaron también.
Enhorabuena, gritaba Dios, desde lo alto,
Enhorabuena, gritaba Dios, desde lo alto,
es
Navidad en un pesebre de Belén.
Quién te iba a decir, María...
Quién te iba a decir, María...
A María y
a José les nació un niño,
es
Navidad en un pesebre de Belén.
¡quédate en casa!
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