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martes, 28 de abril de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- Martes


Tiempo de Pascua
Martes de la tercera semana
Oración del atardecer
Vísperas


(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/.    -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/.    -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo     
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya



Himno:           Cantaremos Tus Hazañas


Cantaremos tus hazañas, Señor, Señor:
lo que has hecho con tu pueblo, Señor, Señor.
1.         Porque vimos tu fuerza entre nosotros
cuando fuimos a luchar por lo que es justo,
cuando unidos, contra el miedo y el cansancio,
conseguimos la victoria sobre ellos.
2.         Van cayendo por fin los poderosos,
en las calles no aparecen ya sus nombres,
quitarán uno a uno sus retratos,
sepultados en el olvido para siempre.
3.         Son muchos los que oprimen a los pobres
y encarcelan al que fue siempre inocente;
no te calles, Señor, ven a nosotros,
esperanza del pueblo que combate.
4.         Juzgarás a los gobiernos con justicia,
Tú gobiernas con justicia verdadera;
te aclamamos: “defensor de los del abajo”,
“de los pobres y oprimidos de la tierra”.
5.         Nunca olvides el clamor de los que sufren,
vengarás su sangre derramada;
sácanos de las puertas de la muerte
para entonar los cantos de victoria.


Salmo 124:    El Señor vela por su pueblo. 
Ant.: Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;

mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?

Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.

El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.

El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Paz a vosotros, soy yo, no temáis. Aleluya.



Salmo 130:   Abandono confiado en los brazos de Dios.
Ant.: Espere Israel en el Señor. Aleluya.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Espere Israel en el Señor. Aleluya.

Cántico:   Apocalipsis 4, 11; 5, 9 -12:   Himno de los redimidos
 Ant:   Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste y existió. Aleluya.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant:   Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste y existió. Aleluya.

Lecturas                Que tu palabra nos cambie el corazón



Que tu palabra nos cambie el corazón.
Que tu palabra nos cambie el corazón.
Transforma en nieve el carbón de nuestro gris corazón
Que tu palabra nos cambien el corazón
Primera lectura        Libro de los Hechos de los Apóstoles 7, 51-60.
Señor Jesús, recibe mi espíritu.

En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas:
- “¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado”.
Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
- “Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”.
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
- “Señor Jesús, recibe mi espíritu”.
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:
- “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”.
Y, con estas palabras, expiró.
Saulo aprobaba la ejecución.

Canto: Salmo 92                       Padre, me pongo en tus manos


Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea. Te doy gracias.

Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo,
con tal de que tu voluntad se cumpla en mí.

No deseo nada más, Te confío mi alma.
Te la doy con todo el amor de que soy capaz.

Porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos porque eres mi Padre.

No deseo nada más, Te confío mi alma.
Te la doy con todo el amor de que soy capaz.

Porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos porque eres mi Padre.

Evangelio                                         Juan 6, 30-35
No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo.

En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús:
- «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo".
Jesús les replicó:
- “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”.
Entonces le dijeron:
- “Señor, danos siempre de este pan”.
Jesús les contestó:
- “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.
Reflexión:
Las palabras con las que Esteban culmina su testimonio sobre Jesús, formulan una acusación muy seria contra el liderazgo religioso judío: resisten al Espíritu Santo. El testigo asimila a sus perseguidores a la generación del desierto. A pesar de los prodigios que Dios obraba en su favor para encaminarlos a la liberación, los padres del desierto nunca encararon el futuro, ni la novedad de su caminar, con la fuerza de la fe en Dios; por el contrario, aquella gente se cerró a la gracia por mirar a las seguridades de la esclavitud egipcia, y por eso se mantuvo infiel en su corazón. Esta es la resistencia al Espíritu.
El espíritu profético del cristiano realiza su propósito en la recta interpretación de la realidad para transformarla. Tres referencias dinámicas y concurrentes parecen indispensables para esto: releer las Escrituras para discernir el proyecto de Dios para sus hijos, con Cristo como cabeza. Escrutar las condiciones de vida circundantes y crear nexos de solidaridad fraterna y equitativa. ¿Qué hacemos para avivar el espíritu profético de nuestra comunidad de fe?

Responsorio Breve

Ant.: A tus manos, Señor. Aleluya, aleluya.
          Encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
          A tus manos, Señor. Aleluya, aleluya.

                                         Magníficat.
                            Coro San Agustín Luz del Mundo



(Se hace la señal de la cruz mientras se comienza a cantar)
Mi alma engrandece al Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
se fijó en su servidora más humilde;
desde ahora dichosa me dirán todos los siglos.

Maravillas hizo en mí por su poder
y santo es el nombre de mi Dios y mi Señor,
su poder por los siglos de los siglos
a los hombres que le temen él les guarda compasión.

La fuerza de su brazo desplegó
y deshizo lo proyectos del soberbio corazón,
derribó de su trono a poderosos
pero en cambio a los humildes y a los pobres levantó

Al hambriento de bienes colmó,
con las manos vacías a los ricos despidió
Él es fiel y no olvida sus promesas
a su pueblo como a un hijo para siempre lo acogió.
Amén, amén, amén.

Ant:  El Pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo Aleluya.
Preces
Aclamemos alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el seno de la tierra resucitó gloriosamente a una vida nueva, y digámosle confiados:
- Rey de la gloria, escúchanos.
Te rogamos, Señor, por los obispos, los presbíteros y los diáconos: que sirvan con celo a tu pueblo
- y lo conduzcan por el camino del bien.
Te rogamos, Señor, por los que sirven a la Iglesia con el estudio de tu palabra:
- que escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo de adoctrinar a tu pueblo
Te rogamos, Señor, por todos los fieles de la Iglesia: que combatan bien el combate de la fe,
- y, habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona merecida
Tú que en la cruz clavaste y borraste el protocolo que nos condenaba,
- destruye también en nosotros toda clase de esclavitud y líbranos de toda tiniebla.
Tú que al bajar al lugar de los muertos abriste las puertas del abismo,
- recibe a nuestros hermanos difuntos en tu reino.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común:
Padre nuestro
El padrenuestro el padre Ceferino


Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal
Padre nuestro.
Final

Señor, tú que abres la puerta de tu reino a los que han renacido del agua y del Espíritu, acrecienta la gracia que has dado a tus hijos, para que, purificados ya de nuestras faltas, alcancemos todas tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive entre nosotros y contigo y el Espíritu es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Canto a María  
A María - (Ricardo Montaner)


A María le ha crecido su barriga,
y jamás supo de amor, ni con José.
Y en el pueblo los comentarios ya se oían,
y así se fueron caminando hacia Belén.

A María una luz le encomendaba
la tarea de ser madre del gran rey.
Y José, que enamorado la miraba,
le construía un pesebrito para él.

Quién te iba a decir, María,
cuando lo viste dar sus primeros pasitos,
que besabas a Dios al besar a tu niñito.
Quién te iba a decir, María,
cuando le dabas de comer al corderito,
que el cordero de Dios, es tu hijo Jesucristo.

A María y a José les nació un niño,
y los Reyes Magos llegaron también.
Enhorabuena, gritaba Dios, desde lo alto,
es Navidad en un pesebre de Belén.

Quién te iba a decir, María...

A María y a José les nació un niño,
es Navidad en un pesebre de Belén.


¡quédate en casa!



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