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viernes, 24 de abril de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- Viernes



Tiempo de Pascua

Viernes de la segunda semana de Pascua,
Oración del atardecer
Vísperas









(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. - Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. - Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno:                                Reunidos en el nombre del Señor

Reunidos en el nombre del Señor,

que nos ha congregado ante tu altar;
celebremos el misterio de la fe
bajo el signo del amor y la unidad.

1.     Tú, Señor, das sentido a nuestra vida,
tu presencia nos ayuda a caminar,
tu Palabra es fuente de agua viva
que nosotros sedientos a tu mesa
venimos a buscar.

2.     Purifica con tu gracia nuestras manos,
ilumina nuestra mente con tu luz
que la fe se fortalezca en tu Palabra
y tu Cuerpo tomado en alimento
nos traiga la salud.

Salmo 114ª      Acción de gracias

Ant: El Señor ha salvado mi vida de los lazos del abismo. Aleluya.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor ha salvado mi vida de los lazos del abismo. Aleluya.

Salmo 120         El guardián del pueblo

Ant:     El Señor guarda a su pueblo como a las niñas de sus ojos. Aleluya.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
Él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant:     El Señor guarda a su pueblo como a las niñas de sus ojos. Aleluya.

 Cántico: Ap 15, 3-4   Himno de adoración

Ant:  Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación. Aleluya.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las acciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant:     El Señor guarda a su pueblo como a las niñas de sus ojos. Aleluya.

LECTURAS
Primera lectura      Libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 34-42.
Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús
En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a aquellos hombres y dijo:
—«Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. No hace mucho salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus secuaces, y todo acabó en nada.
Más tarde, cuando el censo, salió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos sus secuaces.
En el caso presente, mi consejo es éste: No os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios».
Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.

Canto                                       Canción del hombre libre


 1.     Quizás mañana, cuando mi mirada no brote en la luz.
Como pobre, amapola de agua venga la soledad.
Pero hoy canto en libertad, y mientras canto no estoy aislado.
Pues el corazón va conmigo y con él hablo.

Viviré como el fuego encendido en la noche,
tendré cumbre de estrellas, cantaré para los hombres
Viviré como el fuego encendido en la noche,
tendré cumbre de estrellas, cantaré para los hombres

2.     Beberé el paisaje en un amanecer de lirios.
Las campanas del mar en los vientos fugitivos.
Cada momento un pájaro, cada pulso un latido.
Una espada de lluvia cortando la flor del viento.

3.     Ni las miradas torvas ni los labios esquivos.
Ni las voces enemigas ni los hombres miserables.
Viviré como el fuego encendido en la noche,
tendré cumbre de estrellas, cantaré para los hombres

Estoy conmigo mismo, el corazón es quien manda y yo obedezco

Evangelio                                                 Juan 6, 1-15
 Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
—«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».
Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
—«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
—«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
—«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
—«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie».
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
—«Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Reflexión:
El consejo del rabino Gamaliel sobre lo que hay que hacer con los predicadores cristianos suena lógico en términos de apertura religiosa, aunque no tan coherente en términos de constatación; muchas iniciativas humanas, incluso contrarias al proyecto del Reino, lejos de fracasar, han perdurado por siglos.
De alguna manera, Gamaliel es un fariseo tolerante ante la novedad que representaba la fe cristiana en medio del judaísmo, y deja entrever que Dios lleva el hilo de la historia de la salvación humana.
Acostumbramos medir el éxito de las empresas con números y cifras, incluso en los eventos y procesos de pastoral.
Por supuesto que hay buscar ser eficaces y tener parámetros, pero no han de ser ellos los que dirijan la dinámica de la fe, esperanza y caridad cristianas. No son las multitudes ni la popularidad lo que indica el éxito de una iniciativa, sino lo que consigue transformar el corazón humano.
¿Qué ha cambiado el evangelio de Cristo a nuestro alrededor? ¿Me hace tolerante y abierto de corazón?
Responsorio Breve

Ant.: No sólo de pan vive el hombre. Aleluya, aleluya.
          sino de toda palabra que sale de Dios. Aleluya, aleluya
          Gloria al Padre y al Hijo, y al espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
          No sólo de pan vive el hombre. Aleluya, aleluya.

Magníficat.

Ant: Subió al árbol santo de la cruz, destruyó el poder del abismo, se revistió de poder, resucitó al tercer día Aleluya.

Hacemos la señal de la cruz y recitamos el canto de María)
Alaba mi alma la grandeza del Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador;
porque ha puesto los ojos
en la pequeñez de su esclava.

Por eso desde ahora
todas las generaciones
me llamarán bienaventurada,
me llamarán bienaventurada.

Porque ha hecho en mí favor
cosas grandes el Poderoso.
Santo es su nombre, y su misericordia
alcanza de generación en generación
a los que le temen.
alcanza de generación en generación
a los que le temen.

Desplegó la fuerza de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
derriba a los potentados de sus tronos
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes
y despidió a los ricos con las manos vacías.

Acogió a Israel, su siervo, acordándose
Acogió a Israel, su siervo, acordándose
de la misericordia, de la misericordia,
como había anunciado a nuestros padres
en favor de Abrahán y de su linaje.
La misericordia, de la misericordia,
Como había anunciado a nuestros padres
en favor de Abrahán y de su linaje.
La misericordia, de la misericordia,
por los siglos, por los siglos.


Ant: Subió al árbol santo de la cruz, destruyó el poder del abismo, se revistió de poder, resucitó al tercer día Aleluya.

Preces


Oremos a Cristo, fuente de toda vida y principio de todo bien, y digámosle confiadamente:
-    Instaura, Señor, tu reino en el mundo
Jesús salvador, tú que, muerto en la carne, fuiste devuelto a la vida por el Espíritu,
-    haz que nosotros, muertos al pecado, vivamos también de tu Espíritu.
Tú que enviaste a tus discípulos al mundo entero para que proclamaran el Evangelio a toda la creación,
-    haz que cuantos anuncian el Evangelio a los hombres vivan de tu Espíritu.
Tú que recibiste pleno poder en el cielo y en la tierra para ser testigo de la verdad,
-    guarda en tu verdad a quienes nos gobiernan.
Tú que todo lo haces nuevo y nos mandas esperar anhelantes la llegada de tu reino,
-    haz que, cuanto más esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que nos prometes, con tanto mayor empeño trabajemos por la edificación del mundo presente.
Tú que descendiste al abismo para anunciar el gozo del Evangelio a los muertos,
-    sé tú mismo la eterna alegría de nuestros difuntos.

Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena confianza:


Padre nuestro



Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día
dánosle hoy;
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores
y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal. Amén

Final

Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


Canto a María.
Takillakkta - Santa María de América


Santa María de América Latina, Takillakkta


Madre nuestra eres, María. De todo este continente, pues tú has estado presente en toda nuestra historia y nos sigues conduciendo a la verdadera gloria.

Nuestra evangelización sintió tu mano amante, pues tú seguiste constante aquella grande misión. Por eso te apareciste en el santo Tepeyac.

Y ahora tus hijos te imploran, Latinoamérica toda, Madre de todos los hombres: Con el nombre de La Antigua, invocado fue tu amparo, en Panamá por vez primera

María de Guadalupe, te llaman los mexicanos, y son tus fieles cubanos, aun sufriendo pobreza, hijos todos muy devotos de la Morena del Cobre

Virgen de Copacabana te invoca el hombre del Ande, y en todo el Sur del Perú te quieren Virgen de Chapi. Y los chilenos piadosos en tu santuario en Maipú

Y es hacia Aparecida, donde van los brasileños, para pedirte postrados escuches sus sufrimientos. Y en Argentina en Luján te imploran los argentinos

Señora de Coromoto te aman los venezolanos. Y van los ecuatorianos a tu santuario del Quinche. Bella estrella de Colombia, Virgen de Chiquinquirá

En el Paraguay tú reinas, Señora de Caacupé. Alma de los uruguayos, Virgen de los Treinta y tres. Sol de los dominicanos Señora de la Altagracia. 

Oh Señora del Rosario, lucero de Guatemala. Y en Cartago de Costa Rica, acoges a los peregrinos. Virgencita de Suyapa, Honduras te da su amor

En el Salvador te invocan, oh Señora de la Paz. Y aunque la aflicción se sienta, los fieles nicaragüenses, en Chinandega te piden que la fe no sea vencida.

María, Virgen y Madre, cuida este tú continente: que vivamos en justicia y que ya no haya miseria; que en nuestra tierra fecunda haya reconciliación

Y ante todo, María, enséñanos el Amor. A ser fieles a Dios Padre, fraternos con los hermanos, condúcenos a tu Hijo, que seamos como Jesús.


¡quédate en casa!

Así saldremos de esto 

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