Tiempo
de Pascua
Jueves de la segunda semana
Oración del atardecer
Vísperas
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno: Nuestra pascua
inmolada, aleluya
Nuestra
Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya. Aleluya
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya. Aleluya
1. Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,
despierta tú que duermes y el Señor te alumbrará.
2. Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad el hombre viejo, revestíos del Señor.
3. Pascua sagrada, ¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas renacemos al Señor.
4. Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría dada a luz en el dolor.
Salmo
71- I Poder real del Mesías
Ant:
Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos.
Aleluya.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de
reyes,
para que rija a tu
pueblo con justicia,
a tus humildes con
rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados
justicia;
que él defienda a los
humildes del pueblo,
socorra a los hijos del
pobre
y quebrante al
explotador.
Que dure
tanto como el sol,
como la luna, de edad
en edad;
que baje como lluvia
sobre el césped,
como llovizna que
empapa la tierra.
Que en
sus días florezca la justicia
y la paz hasta que
falte la luna;
que domine de mar a
mar,
del Gran Río al confín
de la tierra.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant: Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. Aleluya.
Salmo
71 II Que todos los pueblos alaben al Señor
Ant:
Él será la bendición de todos los pueblos.
Aleluya.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no
tenía protector;
él se apiadará del
pobre y del indigente,
y salvará la vida de
los pobres;
él rescatará sus vidas
de la violencia,
su sangre será preciosa
a sus ojos.
Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de
los montes;
que den fruto como el
Líbano,
y broten las espigas
como hierba del campo.
Que su
nombre sea eterno,
y
su fama dure como el sol;
que él sea la bendición
de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso
todas las razas de la tierra.
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace
maravillas;
bendito por siempre su
nombre glorioso;
que su gloria llene la
tierra. ¡Amén, amén!
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant: Él será la bendición de todos los pueblos. Aleluya.
Cántico: Apocalipsis 11: El juicio
de Dios
Ant:. Jesucristo
es el mismo ayer y hoy, y siempre. Aleluya.
Gracias te damos, Dios Padre nuesrto,
el que eres y el que
eras,
porque has asumido el
gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean
juzgados los muertos,
y de dar el galardón a
tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los
que temen tu nombre,
y a los pequeños y a
los grandes,
y de arruinar a los que
arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro
Dios,
y la potestad de su
Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros
hermanos,
el que los acusaba ante
nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del
testimonio que dieron,
y no amaron tanto su
vida que temieran la muerte.
Por esto, estad
alegres, cielos,
y los que moráis en sus
tiendas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant:. La
tierra se llena de su alabanza Aleluya.
Lecturas
Primera
lectura Libro de los Hechos de
los Apóstoles 5, 27-33
Testigos de esto somos nosotros y
el Espíritu Santo.
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles a
presencia del Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó:
—«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre
de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis
hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
Pedro y los apóstoles replicaron:
—«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios
de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de
un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para
otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto
somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen».
Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.
Canto: Arriésgate, Arriésgate
Todos unidos en la vida vamos buscando un horizonte.
Arriésgate, arriésgate, arriésgate, hay algo más.
Arriésgate, arriésgate, arriésgate, sin vacilar.
Ningún camino es largo,
para el que cree,
ningún esfuerzo es grande
para el que ama.
Ninguna cruz vacía para el
que lucha.
Cambiemos las promesas en
realidades
luchemos como hermanos por
la justicia,
sembremos hoy la aurora de
un nuevo día.
El pan que trabajamos con
nuestras manos,
el cáliz que llevamos con
alegría,
traerán la
primavera, a nuestras vidas
Evangelio Juan
3, 31-36
El
Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es
de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está
por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta
su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque Él nos
da el Espíritu sin medida.
El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que
cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida,
sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Reflexión:
Dios
concede su Espíritu a cuantos creen que Él resucitó a Jesús de Nazaret; éste es
el anuncio de los apóstoles en Jerusalén.
El
Espíritu de Dios empuja al testimonio de palabra y de obra al cristiano,
incluso bajo las condiciones adversas y amenazantes que muchas veces le rodean.
Dios no niega su Espíritu a quien confiesa la vida nueva en Cristo resucitado,
porque la confesión es producto del mismo Espíritu.
En nuestro entorno podemos
distinguir a muchos testigos de la fe y de su compromiso. Descubrimos a los que
acompañan y se sacrifican
por los
enfermos, a los que
atienden a los encarcelados y angustiados, a los comprometidos
en la educación de los empobrecidos, a los que crean trabajos dignos y
suficientes, a los que apoyan a migrantes y discriminados, a los que buscan
justicia y equidad, a los luchadores sociales por la fraternidad y a los
mártires de la fe.
En
ellos se manifiesta el Espíritu de Dios.
De las personas a mi
lado, ¿quién es un testigo de Cristo? ¿Cómo me uno yo a su testimonio?
Responsorio Breve
Ant.: Los discípulos se llenaron de
alegría al ver al Señor. Aleluya, aleluya.
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Los
discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
Magníficat. Unidos a todos los
pueblos
Ant: El que realiza la verdad se acerca a la luz,
para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Aleluya.
(Se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a cantar)
† Yo canto al Señor porque es grande,
me alegro en el Dios que me salva.
Feliz me dirán las naciones,
en mí descansó su mirada.
Unidos
a todos los pueblos,
cantamos al Dios que nos salva.
El hizo en mí obras grandes,
su amor es más fuerte que el tiempo,
triunfó sobre el mal de este mundo,
derriba a los hombres soberbios.
No quiere el poder de unos pocos,
del polvo a los pobres levanta,
dio pan a los hombres hambrientos
dejando a los ricos sin nada.
Libera a todos los hombres
cumpliendo la eterna promesa,
que hizo a favor de su
pueblo,
los pueblos de todas la tierra.
Ant: El que realiza la verdad se acerca a la luz,
para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Aleluya.
Imploremos a Dios
Padre, que por la resurrección de su Hijo de entre los muertos nos ha abierto
el camino de la vida eterna, y digámosle:
- Por la victoria de Cristo, salva, Señor, a tus redimidos
Dios de nuestros
padres, que has glorificado a tu Hijo Jesús resucitándolo de entre los muertos,
- convierte nuestros corazones para que andemos en una vida
nueva.
Tú que, cuando
andábamos descarriados como ovejas, nos has hecho volver al pastor y guardián
de nuestras vidas,
- consérvanos en la fidelidad al Evangelio.
Tú que elegiste a los
primeros discípulos de tu Hijo de entre el pueblo de Israel,
- haz que los hijos de este pueblo reconozcan el
cumplimiento de las promesas que hiciste a sus padres.
Acuérdate, Señor, de
los huérfanos, de las viudas, de los esposos que viven separados y de todos
nuestros hermanos abandonados,
- y no permitas que vivan en la soledad, ya que fueron
reconciliados por la muerte de tu Hijo.
Tú que llamaste a ti a
Esteban, que confesó que Jesús estaba de pie a tu derecha,
- recibe a nuestros hermanos difuntos que esperaron tu
venida en la fe y en el amor.
Confiemos nuestras súplicas a Dios, nuestro Padre, terminando esta oración con las palabras que el Señor nos enseñó
Padre nuestro (Padre
nuestro de la vida)
Padre nuestro de la vida; mío, de
ése y de aquél;
que vive en toda criatura y ellos
así han de creer.
Quisiera realzar tu nombre viviendo
aquí bajo el sol
tu mensaje de aquél monte de
pobreza, paz y amor.
Danos pan para vivir sólo el momento
presente,
ya que el día de mañana quizás aquí
no me encuentre.
No mires lo que hice mal, que yo no
veré a mi deudor,
y en mi camino hacia Ti que no caiga
en tentación.
Amén, amén, que no caiga en
tentación.
Amén, amén, que sea así siempre,
Señor
Final
Señor Jesús, te pedimos
que nos guardes y protejas del coronavirus y de todas las enfermedades letales.
Ten piedad de todos los
que han muerto.
Sana a todos los que
están enfermos. Ilumina a todos los científicos que están buscando un remedio.
Fortalece y protege a
todos los asistentes sanitarios que están ayudando en estos momentos a los
enfermos.
Dales la victoria a
todos los responsables civiles que están intentando limitar el contagio, y dale
la paz a todos los que tienen miedo y están preocupados, especialmente los
ancianos y las personas en situación de riesgo.
Nos abandonamos con
toda confianza en tu infinita misericordia. Amén.
Canto a María
Madre, óyeme
Madre, óyeme, mi plegaria es un grito en la noche.
Madre, mírame, en la noche de mi juventud.
Madre, sálvame, mil peligros acechan mi vida.
Madre, lléname de esperanza, de amor y de fe.
Madre, guíame, en las sombras no encuentro el camino.
Madre, llévame, que a tu lado feliz cantaré.
La, la, la, la, la, la, la, la, La, la, la. la. la, la. la.
Madre, una flor, una flor con espinas es bella.
Madre, un amor, un amor que ha empezado a nacer.
Madre, sonreír, sonreír aunque llore en el alma.
Madre, construir, caminar aunque vuelva a caer.
Madre, sólo soy el anhelo y la carne que luchan.
Madre, tuyo soy, en tus manos me vengo a poner.
¡quédate en casa!
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