Tiempo
de Pascua
Martes de la segunda semana
Oración del atardecer
Vísperas
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya Himno: Creados para Ti
1. Grande eres Señor
y digno de alabanza
Grande es tu poder
y tu sabiduría
2. Los que te alaban te buscan,
los que te buscan te encuentran,
Los que te encuentran te aman
Y te alabaran
3. Nos has hecho para ti
Y está inquieto el corazón
Hasta encontrarte y descansar en ti
Y está inquieto el corazón
Hasta encontrarte y descansar en ti
Salmo 48 - I Vanidad de las riquezas
Ant:. Buscad los bienes de allá arriba, no los de la tierra. Aleluya.
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El
sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant:. Buscad los bienes de allá arriba, no los de la tierra. Aleluya.
Salmo 48 - II y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant:. Buscad los bienes de allá arriba, no los de la tierra. Aleluya.
Ant: El Señor me salva de las garras del abismo. Aleluya.
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
"Ponderan lo bien que lo pasas",
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor me salva de las garras del abismo. Aleluya.
Cántico: Apocalipsis 5, 9 -12: Himno de los redimidos
Ant: Tuyos
son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria y el esplendor. Aleluya.
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la
riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Tuyos son, Señor, la grandeza
y el poder, la gloria y el esplendor. Aleluya.
Lecturas
Primera
lectura Libro de los Hechos de los
Apóstoles 4, 32-37.
Todos pensaban y sentían lo mismo.
Todos pensaban y sentían lo mismo.
En el grupo de los
creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie
llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
Los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los
miraba a todos con mucho agrado.
Ninguno pasaba
necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y
lo ponían a disposición de os apóstoles; luego se distribuía según lo que
necesitaba cada uno.
José, a quien los
apóstoles apellidaron Bernabé, que significa Consolado, que era levita y
natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a
disposición de los apóstoles.
Canto: Salmo 92 El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad,
El Señor reina, vestido de majestad,
El Señor reina, vestido
de majestad,el Señor, vestido y ceñido de poder.
Así está firme y la tierra no vacila.
Tu trono es seguro desde y para siempre,
y tú eres eterno.
Evangelio Juan
3, 5ª.7b-15
Nadie ha subido al cielo, sino el
que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
En aquel tiempo, dijo
Jesús a Nicodemo:
- «Te lo aseguro,
tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero
no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del
Espíritu. Nicodemo le preguntó:
- ¿Cómo puede suceder eso?
Le contestó Jesús:
- «Y tú, el maestro de
Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que
hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis
cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque
nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo
mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado
el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»
Reflexión:
La vida común es un rasgo importante de la fe
cristiana. A la fe en Cristo pertenece el despojarse de los bienes materiales
para compartirlos con los más necesitados.
Se trataba de un alivio inmediato a la miseria que
asolaba a la inmensa mayoría en la época del imperio romano.
Este estilo de vida es el nervio cristiano, y tiene
doble vínculo: la resurrección de Jesús y la encarnación del Hijo de Dios. En los
dos, lo material tiene su sentido insustituible, pero no es para tener más,
sino compartir lo que se tiene. Sin esto, la fe cristiana queda desarticulada
en un fraude. No se crea comunidad de vida sin el sentido “redentivo” de darle nueva vitalidad a los bienes, ya sea
materiales, económicos y a los del conocimiento y los recursos humanos. Cuando
adquirimos un bien, debemos cobrar conciencia inmediata de que es un bien
generado por todos y que todos somos destinatarios del mismo; es su sentido
redentivo, porque nos rescata la propia humanidad. Tiene que servir para
conectarnos con otras personas.
¿Cómo sirvo a los demás con mis bienes
personales?
Ant.: Los discípulos se llenaron de
alegría al ver al Señor. Aleluya, aleluya.
Gloria
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Los
discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
Magníficat. Camino a
Canaán
Ant: ¿No ardía nuestro corazón mientras Jesús nos
hablaba por el camino? Aleluya.
(Se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a cantar)
† Proclama mi alma la grandeza
del Señor
en Él se alegra mi espíritu. Creo en Dios mi Salvador
Porque Dios miró en mí la bajeza de su sierva
desde ahora en adelante siempre me dirán dichosa
porque el Todopoderoso ha hecho grandes maravillas
Obras que hizo por mí, santo es el Señor mi Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu, mi espíritu en Dios mi salvador
Dios tiene misericordia de quienes lo reverencian
con su brazo hace proezas dispersó a los soberbios
Él derriba poderosos y enaltece a los humildes
sacia a todos los hambrientos y a ricos deja vacíos.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu, mi espíritu de Dios mi salvador
Auxilió al pueblo de Israel su humilde siervo
acordándose de actuar con su gran misericordia
como había prometido a nuestros antepasados
Abraham y su futura descendencia para siempre.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu, mi espíritu de Dios mi salvador
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu. Creo en Dios mi salvador
Creo en Dios mi salvador.
en Él se alegra mi espíritu. Creo en Dios mi Salvador
Porque Dios miró en mí la bajeza de su sierva
desde ahora en adelante siempre me dirán dichosa
porque el Todopoderoso ha hecho grandes maravillas
Obras que hizo por mí, santo es el Señor mi Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu, mi espíritu en Dios mi salvador
Dios tiene misericordia de quienes lo reverencian
con su brazo hace proezas dispersó a los soberbios
Él derriba poderosos y enaltece a los humildes
sacia a todos los hambrientos y a ricos deja vacíos.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu, mi espíritu de Dios mi salvador
Auxilió al pueblo de Israel su humilde siervo
acordándose de actuar con su gran misericordia
como había prometido a nuestros antepasados
Abraham y su futura descendencia para siempre.
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu, mi espíritu de Dios mi salvador
Proclama mi alma la grandeza del Señor
en Él se alegra mi espíritu. Creo en Dios mi salvador
Creo en Dios mi salvador.
Ant: ¿No ardía nuestro corazón mientras Jesús nos
hablaba por el camino? Aleluya.
Preces
Invoquemos a Cristo,
que con su resurrección ha reanimado la esperanza de su pueblo, y digámosle:
- Señor, tú que
vives para nosotros, escúchanos
Señor Jesús, cuyo
costado fue traspasado en la Cruz,
- ayúdanos a
soportar nuestros dolores y dolencias.
Pastor supremo de la
Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a tus amigos el cuidado de
tus hermanos,
- concédenos ayudarnos
unos a otros, respetando las distancias físicas.
Tú que enviaste a los
discípulos a sanar a los enfermos,
- que quienes
cuidan hoy de nosotros, no desfallezcan.
Tú que preparaste a la
orilla del mar pan y pescado para los discípulos,
- no permitas que
nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.
Señor Jesús, nuevo Adán
que nos das la vida, transforma a nuestros difuntos a imagen tuya,
- para que compartan
contigo la alegría de tu Reino.
Unidos fraternalmente
como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:
Padre nuestro (Leónidas Proaño)
1.
Padre
nuestro que estás en la tierra
desvelado por nuestros desvelos. (bis)
Hoy tu nombre nos sabe a justicia
nos sabe a esperanza y a gloria tu Reino (bis).
padre nuestro, padre
nuestro
no eres dios que se
queda en su cielo; (bis)
tu alientas a los que
luchan
para que llegue tu
reino. (bis)
2.
Padre
nuestro que estás en la calle
entre el tráfico, el ruido y los nervios,
que se cumpla, Señor, tu palabra,
lo mismo en la tierra que arriba en el cielo
(bis).
3.
Padre
nuestro que sudas a diario
en la piel del que arranca el sustento (bis)
que a ninguno nos falte el trabajo que el pan
es más pan
cuando hubo el esfuerzo (bis).
4.
Padre
nuestro que no guardas nunca
contra nadie venganza o desprecio (bis)
que te olvidas de ofensas y agravios
y pides que todos
también perdonemos (bis).
Final
Te pedimos, Señor, que nos hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado, y pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros, haz que un día los poseamos en plenitud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Te pedimos, Señor, que nos hagas capaces de anunciar la victoria de Cristo resucitado, y pues en ella nos has dado la prenda de los dones futuros, haz que un día los poseamos en plenitud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Canto a María
Contigo,
María (Athenas)
1. Quiero caminar
contigo María, pues tú eres mi madre, eres mi guía.
Tú eres para mí el más grande ejemplo de santidad, de humildad.
Quiero caminar contigo María no solo un momento, todos los días.
Necesito tu amor de madre, tu intercesión, ante el Señor.
Guía mis pasos, llévame al cielo, bajo tu manto no tengo miedo.
Llena de gracia, Ave María. Hoy yo
te ofrezco toda mi vida.
2. Quiero caminar
contigo María, madre en el dolor y en la alegría;
Tú que fuiste fiel hasta el extremo, fiel en la cruz, fiel a Jesús.
Guía mis pasos, llévame al cielo bajo tu manto no tengo miedo.
Llena de gracia, Ave María, hoy yo te ofrezco toda mi vida.
3. Celestial
Princesa mírame con compasión,
hoy te doy mi alma, vida y corazón.
Guía mis pasos, llévame al cielo, bajo tu manto no tengo miedo.
Llena de gracia, Ave María, hoy yo te ofrezco toda mi vida
¡quédate en casa!
nuestro amor no es menor porque no nos veamos
No hay comentarios:
Publicar un comentario