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miércoles, 15 de abril de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- Miércoles



Tiempo de Pascua
Miércoles de la Octava de Pascua, solemnidad
Oración del atardecer
Vísperas


(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno:                                                 Quédate con nosotros




Quédate con nosotros,
la tarde está cayendo.
¡Quédate!


 .               Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

 ¿Cómo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si no  compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

 Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

  Arroja en nuestras manos,
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia, en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa. 

Salmo 26  I     Confianza ante el peligro
.
Ant: La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador. Aleluya



El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador. Aleluya.

                        Salmo 26 II                                                                      

Ant: Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Aleluya.

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.


Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Aleluya.

Cántico: Colosenses 1, 12-20                                          Himno a Cristo


Ant: Él es el origen, guía y meta del universo. A Él la gloria por los siglos. Aleluya.

Damos gracias a Dios Padre,

que nos ha hecho capaces de compartir

la herencia del pueblo santo en la luz.



Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,

y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por Él y para Él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Él es el origen, guía y meta del universo. A Él la gloria por los siglos. Aleluya.


LECTURAS
Primera lectura               Libro de los Hechos de los Apóstoles 3, 1-10.
Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar.


En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo:
- «Míranos.»
Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pedro le dijo:
- «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar.»
Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.

Canto                                                 !Quédate con nosotros¡
Salmo 33(32),4-5.18-19.20.22.
Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Nuestra alma espera en el Señor;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.
Salmo 33(32),4-5.18-19.20.22.
Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Nuestra alma espera en el Señor;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.






Evangelio                                                                          Lucas 24, 13-35
Lo reconocieron al partir el pan.

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:
-«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
-«¿Eres tú el único forastero de Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó:
-«¿Qué? Ellos le contestaron:
-«Lo de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.» Entonces Jesús les dijo:
- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?» Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, el hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:
- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»


Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
 - «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. 


 (En lugar del responsorio se dice):

Ant: Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Magníficat.

Ant: Jesús entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.


(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a cantar)


El Señor hizo en mí, maravillas,
¡gloria al Señor!

¡Engrandece mi alma al Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador!
Se inclinó a la pequeñez de su esclava;
desde ahora dichosa, me dirán todos los siglos.

A los hambrientos llenó de bienes,
y ensalzó a los humildes

Maravillas hizo en mí el Poderoso
y Santo es su Nombre.
Su bondad por los siglos de los siglos,
para aquellos que le temen.

El Señor hizo en mí, maravillas,
¡gloria al Señor!

Desplegó fortaleza su brazo,
dispersó a los soberbios.
Derribó a los potentados de los tronos,
y encumbró a los pobres.

A los hambrientos llenó de bienes,
y ensalzó a los humildes

A los hambrientos llenó de bienes
y a los ricos despidió vacíos.
Acogió a Israel su siervo,
recordando su bondad.

El Señor hizo en mí, maravillas,
 ¡gloria al Señor!

Según habló a nuestros padres
en favor de Abraham
y su linaje para siempre.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu,
por los siglos de los siglos.

A los hambrientos llenó de bienes,
y ensalzó a los humildes

Ant: Jesús entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Aleluya.

Preces

Oremos a Cristo, que resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre, y digámosle:
Oh Cristo, siempre vivo para interceder por nosotros, escucha nuestra oración.

- Tú, Señor, que por tu resurrección nos das la vida y la salud,
concede salud y fortaleza a los que cuidan de nosotros y a sus familias.

- Acuérdate, Señor, de los que se han consagrado al ministerio pastoral y sirven como laicos en tu Iglesia;
que sean, en este tiempo de prueba por la pandemia que nos aqueja ejemplo de ánimo y paciencia para tu  pueblo.

- Concede, Señor, el espíritu de justicia y de paz a los que gobiernan las naciones
y haz que, olvidando sus luchas partidistas, se esfuercen por hacer más llevadera a tus hijos esta difícil situación.

- Concede paz y solidaridad a nuestros días
haz que compartamos nuestros bienes de la tierra, para que los pobres puedan tener los alimentos y bienes que necesitan.

- Oh Cristo, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero y has llamado a la vida a toda la creación, que estaba sometida a la frustración,
concede la luz eterna a nuestros hermanos que han muerto a causa del Coronavirus y da paz a sus familias.   

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre:




Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
Padre nuestro  venga tu Reino,
se haga tu voluntad
así en la tierra como en el cielo

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
Padre nuestro  venga tu Reino,
se haga tu voluntad
así en la tierra como en el cielo

Danos hoy nuestro pan de cada día
perdona nuestras ofensas
como nosotros nos perdonamos, Señor
danos hoy tu amor y tu alegría
protégenos del pecado y líbranos de mal

Padre nuestro...

Líbranos, Señor, de todos los males,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo 

Padre nuestro que tas en el cielo,
santificado sea tu nombre,
Padre nuestro  venga tu Reino,
Tuyo es el Reino,
tuyo el poder y la gloria, Señor

Final

Oh Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegar un día a la alegría eterna. Por nuestro Señor Jesús, tu Hijo y hermano nuestro que, resucitado, vive entre nosotros y contigo y el Espíritu es Dios por los siglos de los siglos.
Amén..



Canto a María.
María mírame







 ¡quédate en casa!


también así cuidamos
unos de otros

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