Tiempo de Pascua
Tercer Domingo de Pascua
solemnidad
Oración de la mañana
Laudes
(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. - Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. - Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén. Aleluya
Himno: Cristo, alegría del
mundo
Cristo,
alegría del mundo,
resplandor de la gloria del Padre.
¡Bendita la mañana
que anuncia tu esplendor al universo!
En el día primero,
tu resurrección alegraba
el corazón del Padre.
En el día primero,
vio que todas las cosas eran buenas
porque participaban de tu gloria.
La mañana celebra
tu resurrección y se alegra
con claridad de Pascua.
Se levanta la tierra
como un joven discípulo en tu busca,
sabiendo que el sepulcro está vacío.
En la clara mañana,
tu sagrada luz se difunde
como una gracia nueva.
Que nosotros vivamos
como hijos de luz y no pequemos
contra la claridad de tu presencia..
alegría del mundo,
resplandor de la gloria del Padre.
¡Bendita la mañana
que anuncia tu esplendor al universo!
En el día primero,
tu resurrección alegraba
el corazón del Padre.
En el día primero,
vio que todas las cosas eran buenas
porque participaban de tu gloria.
La mañana celebra
tu resurrección y se alegra
con claridad de Pascua.
Se levanta la tierra
como un joven discípulo en tu busca,
sabiendo que el sepulcro está vacío.
En la clara mañana,
tu sagrada luz se difunde
como una gracia nueva.
Que nosotros vivamos
como hijos de luz y no pequemos
contra la claridad de tu presencia..
Salmo
92 Gloria del Dios creador
Ant: El
Señor reina, vestido de majestad. Aleluya.
El Señor
reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas
caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El
Señor reina, vestido de majestad. Aleluya.
Daniel
3, 57-88.
56 Toda la creación alabe al Señor
Ant: La creación se verá liberada, para entrar en la
libertad gloriosa de los Hijos de Dios. Aleluya.
Criaturas del Señor,
bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los
siglos.
Ángeles de Dios,
bendecid al Señor;
cielos, bendecid al
Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor;
ejércitos del cielo,
bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al
Señor;
astros del cielo,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra a su
Señor,
y lo ensalce por todos
los siglos.
Lluvia y rocío,
bendecid al Señor;
vientos, bendecid al
Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas,
bendecid al Señor;
témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Nieves y escarchas,
bendecid al Señor;
noches y días, bendecid
al Señor.
Bendiga la tierra a su
Señor,
y lo ensalce por todos
los siglos.
Luz y tinieblas,
bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid
al Señor.
Montes y cumbres,
bendecid al Señor;
frutos de la tierra,
bendecid al Señor.
Hijos de los hombres,
bendecid al Señor
bendiga Israel a su
Señor.
Sacerdotes del Señor,
bendecid al Señor;
siervos del Señor,
bendecid al Señor.
Bendiga la tierra a su
Señor,
y lo ensalce por todos
los siglos.
Bendigamos al Padre y
al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos
por los siglos.
Bendito el Señor en la
bóveda del cielo,
alabado y glorioso y
ensalzado por los siglos.
Ant: La
creación se verá liberada, para entrar en la libertad gloriosa de los Hijos de
Dios. Aleluya
Salmo
148 A
Alabanza
del Dios creador
Ant: El nombre del Señor es sublime sobre el cielo y
la tierra. Aleluya.
Alabad al Señor en el
cielo,
alabad al Señor en lo
alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus
ejércitos.
Alabadlo, sol y luna; alabadlo,
estrellas lucientes. Alabadlo,
espacios celestes
y aguas que cuelgan en
el cielo.
Alaben el nombre del
Señor,
porque él lo mandó, y
existieron.
Les dio consistencia
perpetua
y una ley que no
pasará.
Alabad al Señor en la
tierra,
cetáceos y abismos del
mar,
rayos, granizo, nieve y
bruma,
viento huracanado que
cumple sus órdenes,
montes y todas las
sierras,
árboles frutales y
cedros,
fieras y animales
domésticos,
reptiles y pájaros que
vuelan.
Reyes y pueblos del
orbe,
príncipes y jefes del
mundo,
los jóvenes y también
las doncellas,
los viejos junto con
los niños,
alaben el nombre del
Señor,
el único nombre
sublime.
Su majestad sobre el
cielo y la tierra;
él acrece el vigor de
su pueblo.
Alabanza de todos sus
fieles,
de Israel, su pueblo
escogido.
Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant: Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como lo había
anunciado.
Aleluya.
Lecturas
Primera
lectura Libro de los Hechos de los
Apóstoles 2, 22-33.
No era posible que la muerte lo
retuviera bajo su dominio.
El día de Pentecostés,
Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:
- “Judíos y vecinos
todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos bien de lo que pasa.
Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó
ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que
conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo
entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero
Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la
muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él:
“Tengo siempre presente al Señor, con él
a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y
mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a
tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me
saciarás de gozo en tu presencia”.
Hermanos, permitidme
hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos
su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había
prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo; cuando dijo
que “no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la corrupción”,
hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó a este
Jesús, y todos nosotros somos testigos.
Ahora, exaltado por la
diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido,
y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo”.
Palabra de Dios.
Canto La muralla Quilapayún
Para hacer esta muralla, tráiganme
todas las manos
los negros,
sus manos negras los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya desde la playa
hasta el monte
desde el
monte hasta la playa, allá sobre el horizonte.
-¡Tun, tun! -¿Quién es? -Una rosa y
un clavel...
-¡Abre la
muralla!
-¡Tun, tun! -¿Quién
es? -El sable del coronel...
-¡Cierra la
muralla!
-¡Tun, tun! -¿Quién
es? -La paloma y el laurel...
-¡Abre la
muralla!
-¡Tun, tun! -¿Quién es? -El gusano y el ciempiés...
-¡Tun, tun! -¿Quién es? -El gusano y el ciempiés...
-¡Cierra la
muralla!
Al corazón del amigo: abre la
muralla;
al veneno y
al puñal: cierra la muralla;
al mirto y
la yerbabuena: abre la muralla;
al diente de
la serpiente: cierra la muralla;
al corazón
del amigo: abre la muralla
al ruiseñor
en la flor: abre la muralla...
Alcemos esta muralla juntando todas
las manos;
los negros,
sus manos negras los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya desde la playa
hasta el monte
desde el
monte hasta la playa, allá sobre el horizonte.
Evangelio Lucas 24, 13-35
Lo reconocieron al partir el pan.
Dos discípulos de Jesús
iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada
Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había
sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso
a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:
- “¿Qué conversación es
esa que traéis mientras vais de camino?”.
Ellos se detuvieron
preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
- “¿Eres tú el único forastero
en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?”.
Él les pregunto:
- “¿Qué?”..
Ellos le contestaron:
- “Lo de Jesús, el
Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante
todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para
que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él
fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto.
Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues
fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron
diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que
estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo
encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron”.
Entonces Jesús les
dijo:
- “¡Qué necios y torpes
sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías
padeciera esto para entrar en su gloria?”.
Y, comenzando por
Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda
la Escritura.
Ya cerca de la aldea
donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron,
diciendo:
- “Quédate con
nosotros, porque atardece y el día va de caída”.
Y entró para quedarse
con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él
desapareció.
Ellos comentaron:
- “¿No ardía nuestro
corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”.
Y, levantándose al
momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con
sus compañeros, que estaban diciendo:
- “Era verdad, ha
resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón”.
Y ellos contaron lo que
les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Reflexión
En el nuevo testamento,
las apariciones de Jesús, ya resucitado, nos abren ciertas consideraciones y
este de Emaús, lo hace de forma muy especial.
El ánimo de los dos
discípulos está muy definido desde el principio; y es el mismo en el que nos podeos
encontrar muchos cristianos, una y otra vez. Los discípulos poseen
aparentemente todos los elementos necesarios para creer. Conocen las Escrituras,
así como el mensaje de Jesús, su actuación y su muerte en la cruz. Han
escuchado también el mensaje de la resurrección. Las mujeres les han comunicado
su experiencia y les han confesado que “está vivo”. Todo es inútil.
Ellos siguen su camino envueltos en tristeza y desaliento. Todas las esperanzas
puestas en Jesús se han desvanecido con el fracaso de la cruz.
Lucas nos revela dos
caminos para recuperar la esperanza y la fe viva en el Resucitado. El primero
es la escucha de la palabra de Jesús. Aquellos hombres siguen, a pesar
de todo, pensando en Jesús, hablando de Él, preguntando por Él. Y es
precisamente entonces, cuando el Resucitado se hace presente en su caminar.
Allí donde unos hombres y mujeres recuerdan a Jesús y se preguntan por el
significado de su mensaje y su persona, allí está Él, aunque sean incapaces de
reconocer su presencia y su compañía.
No esperemos grandes
prodigios. Si alguna vez, al escuchar el Evangelio de Jesús y recordar sus
palabras, hemos sentido “arder nuestro corazón”, no olvidemos que Él
camina junto a nosotros.
Pero también nos
recuerda una segunda experiencia. Es el gesto de la Eucaristía. Los
discípulos retienen al caminante desconocido para cenar juntos en la aldea de
Emaús. El gesto es sencillo pero entrañable. Unos caminantes cansados del viaje
se sientan a compartir la misma mesa. Se aceptan como amigos y descansan juntos
de las fatigas de un largo caminar. Es entonces cuando a los discípulos se les
van a «abrir sus ojos» para descubrir a Jesús como alguien que alimenta
sus vidas, los sostiene en el cansancio y los fortalece para el camino.
Si alguna vez, por
pequeña que sea nuestra experiencia, al celebrar la Eucaristía, nos sentimos
fortalecidos en nuestro camino y alentados para continuar nuestro vivir diario,
no olvidemos que Él es nuestro “pan
de vida”.
Ant: Éste es el día en que actuó el
Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
Siempre hay algo que crear.
Ant: La resurrección de Jesús nos abre
espacios de ilusión y esperanza . Aleluya.
(con alegría cantamos el canto)
Siempre
en la vida hay algo que crear.
Siempre
en la vida hay cumbres que alcanzar.
Siempre
en la vida hay flores,
siempre
hay cruces que llevar.
Siéntete
peregrino y echa a andar.
Siempre
en la vida hay algo que crear.
Mil
proclamas al viento que gritar.
Una
casa gigante, que nos pueda cobijar,
a
todos los peregrinos de la paz.
Siempre hay algo que crear,
nuevas rutas y horizontes de
hermandad.
Siempre hay algo que esperar,
Jesucristo es el camino y la verdad.
Siempre
en la vida hay algo que soñar.
Siempre
hay una madre a quien besar.
Siempre
hay un camino,
que
nos lleva más allá.
Siéntete
peregrino y echa a andar.
Siempre
en la vida hay algo que esperar.
Un
cielo y una tierra que él nos da.
Una
oración al Padre, que nos haga levantar.
Un mundo sin privilegios y en igualdad
Ant: La resurrección de Jesús nos abre
espacios de ilusión y esperanza . Aleluya.
Preces
Oremos a Cristo, autor de la vida a quien Dios
resucitó de entre los muertos, y que por su poder nos resucitará también a
nosotros, y digámosle:
- Cristo, vida nuestra, sálvanos
Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas,
rey de la vida y salvador de los que han muerto,
- concédenos vivir hoy en tu alabanza.
Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y
de la cruz,
- concédenos que, unidos a ti en el dolor y en
la muerte, resucitemos también contigo.
Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has
hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes,
- enséñanos a ofrecer con alegría nuestro
sacrificio de alabanza.
Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu
manifestación gloriosa,
- para poder contemplar tu rostro y ser
semejantes a ti.
Por Jesús nos llamamos
y somos hijos de Dios; por ello, nos atrevemos a decir:
Padre Nuestro
(Coro Cantaré)
Padre nuestro que estás
en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
Venga a nosotros tu reino de amor
santificado sea tu Nombre,
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
Venga a nosotros tu reino de amor
y hágase tu voluntad
En la tierra como en el cielo,
Danos hoy nuestro pan, el pan Señor de cada día.
Danos hoy nuestro pan, el pan Señor de cada día.
Perdona nuestras ofensas así como nosotros también perdonamos a quien nos ofende
Y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
En la tierra como en el cielo,
Danos hoy nuestro pan, el pan Señor de cada día.
Danos hoy nuestro pan, el pan Señor de cada día.
Perdona nuestras ofensas así como nosotros también perdonamos a quien nos ofende
Y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Final
Canto a
María.
La canción de
Maria madre de Dios
¡quédate
en casa! y
¡CUÍDATE!
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