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viernes, 17 de abril de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- Viernes


Tiempo de Pascua
Viernes de la Octava de Pascua, solemnidad
Oración del atardecer
Vísperas


(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. - Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. - Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya


Himno                                   Porque anoche ya 



Porque anochece ya, porque es tarde,

Dios mío, porque temo perder las huellas del camino,
no me dejes tan solo y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde y he buscado el peligro
y escudriñé curioso  las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor, y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa, bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde! ¡Quédate al fin conmigo! Amén


Salmo 40         Oración de un enfermo

Ant: Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos. Aleluya.

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos. Aleluya.


Salmo 45        Dios, refugio y fortaleza de su pueblo


Ant: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Aleluya.


Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Aleluya.


Cántico: Ap 15, 3-4    Himno de adoración

Ant: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.


Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las acciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.


LECTURAS

Primera lectura                  Libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 1-12.
Ningún otro puede salvar.

En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan, se presentaron los sacerdotes, el comisario el templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron:
- «¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?»
Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió:
- «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.» 
Canto  Duerme, duerme negrito

Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo, negrito
Duerme, duerme mobila, que tu mama está en el campo, mobila
Te vuá traer codornices para ti. Te vuá traer rica fruta para ti.
Te vuá traer carne de cerdo para ti. Te vuá  traer muchas cosas para ti.
Y si negro no se duerme, viene diablo blanco y ¡zas!
le come la patita, checapumba, checapumba, apumba, checapun
Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo, negrito
Trabajando, trabajando duramente, trabajando, sí.
Trabajando y va de luto, trabajando, sí.
Trabajando y no le pagan, trabajando, sí.
Trabajando y va cosiendo, trabajando, sí.
Pal negrito chiquitito, pal negrito, sí.
Trabajando, sí, trabajando, sí.
Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo
Negrito. Negrito. Negrito

Evangelio                                                                 Lucas 21, 1-14

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice:
-Me voy a pescar.
Ellos contestaban:
-Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice:
-Muchachos, ¿tenéis pescado?
Ellos contestaron:
-No.
El les dice:
-Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
-Es el Señor.
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
-Traed de los peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice:
-Vamos, almorzad.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

(Guardamos unos minutos de silencio y reflexionamos sobre las lecturas y el canto):

Ant:  Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.


Magnificat

Ant: Aquel discípulo que Jesús tanto amaba dijo: «Es el Señor». Aleluya





(Con el video de fondo, hacemos la señal de la cruz y recitamos el canto de María)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.  
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.  
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Aquel discípulo que Jesús tanto amaba dijo: «Es el Señor». Aleluya.


Preces

Invoquemos a Cristo, camino, verdad y vida, y digámosle:
-    Hijo de Dios vivo, bendice a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por los ministros de tu Iglesia: que, al no poder partir con sus hermanos el pan de vida en estos días,
- sintiéndose unidos a ellos encuentren paz, ánimo y fortaleza.
Te pedimos por todo el pueblo cristiano, atacado hoy por esta enfermedad que amenaza con distanciarnos,
- Que no esforcemos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz a pesar de nuestras separaciones forzosas.
Te pedimos por los que rigen los destinos de las naciones: que cumplan su misión de servicio con espíritu de compasión y con amor;
- para que se restablezca pronto la salud en todos los pueblos.
Señor, que podamos celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos, y que nuestros hermanos difuntos, que encomendamos a tu bondad,
- se alegren también en tu reino.
Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir: 


Padrenuestro




Final

Dios misericordioso, refugio en todo peligro, vuelve tu mirada hacia nosotros que con fe te imploramos en la tribulación y concede el alivio a los que lloran, la salud a los enfermos, la paz a los que mueren, la fuerza a los trabajadores de la salud, el espíritu de sabiduría a los gobernantes y el ánimo de acercarse a todos con amor para glorificar juntos tu santo nombre

Canto a María.
Madre del silencio


Como una tarde tranquila, como un suave atardecer, era tu vida sencilla
en el pobre Nazaret; y en medio de aquel silencio, Dios te hablaba al corazón.

Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.

Enséñanos, Madre buena, cómo se debe escuchar al Señor cuando nos habla
en una noche estrellada, en la tierra que, dormida, hoy descansa en su bondad.

Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.

Y sobre todo, María, cuando nos habla en los hombres: en el hermano que sufre,
en la sonrisa del niño, en la mano del amigo, y en la paz de una oración.

Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar al Señor.

Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.


¡quédate en casa!

Así saldremos antes de esta “vaina”


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