Tiempo de Pascua
Viernes de la Octava de Pascua, solemnidad
Oración del atardecer
Vísperas
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. - Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. - Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén. Aleluya
Porque anochece
ya, porque es tarde,
Dios mío, porque
temo perder las huellas del camino,
no me dejes tan
solo y quédate conmigo.
Porque he sido
rebelde y he buscado el peligro
y escudriñé
curioso las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor, y
quédate conmigo.
Porque ardo en sed
de ti y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi
mesa, bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la
tarde! ¡Quédate al fin conmigo! Amén
Salmo 40
Oración
de un enfermo
Ant: Cristo se hizo pobre por nosotros
para enriquecernos. Aleluya.
Dichoso
el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago
lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea
dichoso en la tierra,
y no lo entrega a
la saña de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los
dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he
pecado contra ti.»
Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se
muere, y se acaba su apellido.»
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala
intención,
y, cuando sale
afuera, la dice.
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos
siniestros:
«Padece un mal sin
remedio,
se acostó para no
levantarse.»
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi
pan,
es el primero en
traicionarme.
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda
levantarme,
para que yo les dé
su merecido.
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo
no triunfa de mí.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes
siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por
siempre. Amén, amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cristo se hizo pobre por nosotros
para enriquecernos. Aleluya.
Salmo
45 Dios, refugio y fortaleza de su pueblo
Ant: El correr de las acequias alegra la
ciudad de Dios. Aleluya.
Dios
es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor
en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se
desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los
montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es
el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo
consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al
despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su
trueno, y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es
el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que
hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos,
quiebra las lanzas,
prende fuego a los
escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los
pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es
el Dios de Jacob.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y
siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El correr de las acequias alegra la
ciudad de Dios. Aleluya.
Cántico:
Ap 15, 3-4 Himno de adoración
Ant: Cantaré al Señor, sublime es su
victoria. Aleluya.
Grandes
y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y
verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los
siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo
eres santo,
porque vendrán
todas las acciones
y se postrarán en
tu acatamiento,
porque tus juicios
se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant: Cantaré al Señor, sublime es su
victoria. Aleluya.
LECTURAS
Primera lectura Libro
de los Hechos de los Apóstoles 4, 1-12.
Ningún otro puede salvar.
En aquellos días, mientras hablaban
al pueblo Pedro y Juan, se presentaron los sacerdotes, el comisario el templo y
los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la
resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya
era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que
habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe.
Al día siguiente, se reunieron en
Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; entre ellos el
sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos
sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron:
- «¿Con qué poder o en nombre de
quién habéis hecho eso?»
Pedro, lleno de Espíritu Santo,
respondió:
- «Jefes del pueblo y ancianos:
Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar
qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a
todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros
crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se
presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros,
los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede
salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Canto Duerme,
duerme negrito
Duerme,
duerme negrito, que tu mama está en el campo, negrito
Duerme, duerme mobila, que tu mama está en el campo, mobila
Te vuá traer codornices para ti. Te vuá traer rica fruta para ti.
Te vuá traer carne de cerdo para ti. Te vuá traer muchas cosas para ti.
Y si negro no se duerme, viene diablo blanco y ¡zas!
Duerme, duerme mobila, que tu mama está en el campo, mobila
Te vuá traer codornices para ti. Te vuá traer rica fruta para ti.
Te vuá traer carne de cerdo para ti. Te vuá traer muchas cosas para ti.
Y si negro no se duerme, viene diablo blanco y ¡zas!
le come la
patita, checapumba, checapumba, apumba, checapun
Duerme,
duerme negrito, que tu mama está en el campo, negrito
Trabajando,
trabajando duramente, trabajando, sí.
Trabajando y va de luto, trabajando, sí.
Trabajando y no le pagan, trabajando, sí.
Trabajando y va cosiendo, trabajando, sí.
Pal negrito chiquitito, pal negrito, sí.
Trabajando y va de luto, trabajando, sí.
Trabajando y no le pagan, trabajando, sí.
Trabajando y va cosiendo, trabajando, sí.
Pal negrito chiquitito, pal negrito, sí.
Trabajando,
sí, trabajando, sí.
Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo
Negrito. Negrito. Negrito
Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo
Negrito. Negrito. Negrito
Evangelio Lucas 21, 1-14
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado
En aquel tiempo,
Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se
apareció de esta manera:
Estaban juntos
Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los
Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice:
-Me voy a pescar.
Ellos contestaban:
-Vamos también
nosotros contigo.
Salieron y se
embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando
Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
-Muchachos,
¿tenéis pescado?
Ellos contestaron:
-No.
El les dice:
-Echad la red a la
derecha de la barca y encontraréis.
La echaron, y no
tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que
Jesús tanto quería le dice a Pedro:
-Es el Señor.
Al oír que era el
Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los
demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que
unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas
brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
-Traed de los
peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió
a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento
cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice:
-Vamos, almorzad.
Ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el
Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado. Esta fue
la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de
entre los muertos.
(Guardamos unos minutos de
silencio y reflexionamos sobre las lecturas y el canto):
Ant: Éste es el día en que actuó el
Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.
Magnificat
Ant: Aquel discípulo que Jesús tanto amaba dijo: «Es el Señor». Aleluya
† (Con el
video de fondo, hacemos la señal de la cruz y recitamos el canto de María)
Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es
santo,
y su
misericordia llega a sus fieles
de generación en
generación.
Él hace proezas
con su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del
trono a los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los
hambrientos los colma de bienes
y a los ricos
los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de
la misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de
Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant:
Aquel discípulo que Jesús tanto amaba dijo: «Es el Señor». Aleluya.
Preces
Invoquemos a
Cristo, camino, verdad y vida, y digámosle:
- Hijo de Dios vivo,
bendice a tu pueblo.
Te rogamos, Señor,
por los ministros de tu Iglesia: que, al no poder partir con sus hermanos el
pan de vida en estos días,
- sintiéndose unidos a ellos encuentren paz, ánimo y
fortaleza.
Te pedimos por
todo el pueblo cristiano, atacado hoy por esta enfermedad que amenaza con
distanciarnos,
- Que no esforcemos en mantener la unidad del Espíritu
con el vínculo de la paz a pesar de nuestras separaciones forzosas.
Te pedimos por los
que rigen los destinos de las naciones: que cumplan su misión de servicio con
espíritu de compasión y con amor;
- para que se restablezca pronto la salud en todos los
pueblos.
Señor, que podamos
celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos, y que nuestros
hermanos difuntos, que encomendamos a tu bondad,
- se alegren
también en tu reino.
Fieles a la
recomend ación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padrenuestro
Final
Dios misericordioso, refugio en todo peligro, vuelve tu mirada hacia nosotros que con fe te imploramos en la tribulación y concede el alivio a los que lloran, la salud a los enfermos, la paz a los que mueren, la fuerza a los trabajadores de la salud, el espíritu de sabiduría a los gobernantes y el ánimo de acercarse a todos con amor para glorificar juntos tu santo nombre
Canto a
María.
Madre
del silencio
Como una tarde
tranquila, como un suave atardecer, era tu vida sencilla
en el pobre Nazaret; y
en medio de aquel silencio, Dios te hablaba al corazón.
Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Enséñanos, Madre buena,
cómo se debe escuchar al Señor cuando nos habla
en una noche
estrellada, en la tierra que, dormida, hoy descansa en su bondad.
Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Y sobre todo, María,
cuando nos habla en los hombres: en el hermano que sufre,
en la sonrisa del niño,
en la mano del amigo, y en la paz de una oración.
Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar al Señor.
Virgen María, Madre del Señor:
danos tu silencio y paz para escuchar su voz.
Danos tu silencio y paz para escuchar su
voz.
Me ha encantado la canción de Madre del silencio
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