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sábado, 18 de abril de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- Sábado


Tiempo de Pascua
Sábado de la Octava de Pascua, solemnidad
Oración del atardecer
Vísperas

(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. - Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. - Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya



Himno:                                                          Cristo ha resucitado (Valivan)




El Señor había dicho claramente a sus amigos
que serían los testigos de lo que ya estaba escrito.
Que iba a ser crucificado, que le harían mil heridas,
que le quitarían la vida y de la muerte volvería.
Pero cuando le mataron sus amigos sólo vieron
 el fracaso y el entierro y del triunfo se olvidaron.
Mas pasó como él decía y el poder del Dios del cielo
convirtió el amargo duelo en inmensa alegría.
Cuando aún no amanecía, las mujeres con ungüentos
fueron a buscarlo muerto pero vieron que vivía.
Cristo ha resucitado. Cristo ha resucitado.
Pedro y Juan después corrieron
hacia aquel sepulcro abierto
y al ver que no había cuerpo
comprendieron y creyeron.
Cristo ha resucitado. Cristo ha resucitado.
Y lloraron de alegría
y después para su gozo
el Señor vivo y glorioso
en cuerpo y alma aparecía.
Y esta es fe de los cristianos
que el Señor del universo
junto al Padre está en los cielos,
ahora que ha resucitado.
Cristo ha resucitado. Cristo ha resucitado.
Junto al padre en su reinado.
Un reinado para siempre.
Durará eternamente.
Cristo ha resucitado
Salmo 118, 105-112     Himno a la ley divina

Ant: El que realiza la verdad se acerca a la luz. Aleluya.

Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.

Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.

Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El que realiza la verdad se acerca a la luz. Aleluya.

Salmo 15         El Señor es el lote de mi heredad

Ant: El Señor, rotas las ataduras de la muerte, ha resucitado. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.

Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor, rotas las ataduras de la muerte, ha resucitado. Aleluya


Cántico: Flp 2, 6-11                            Cristo, siervo de Dios en su misterio pascual


Ant:  ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Aleluya.

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant:  ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Aleluya.


LECTURAS
Primera lectura                Libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 13-21.
No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído.


En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, se sorprendieron y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús. Pero, viendo junto a ellos al hombre que habían curado, no encontraban respuesta.

Les mandaron salir fuera del Sanedrín, y se pusieron a deliberar:
- «¿Qué vamos a hacer con esta gente? Es evidente que han hecho un milagro: lo sabe todo Jerusalén, y no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos que vuelvan a mencionar a nadie ese nombre.»
Los llamaron y les prohibieron en absoluto predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pedro y Juan replicaron:
-«¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él? Juzgadlo vosotros. Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído.»
Repitiendo la prohibición, los soltaron. No encontraron la manera de castigarlos, porque el pueblo entero daba gloria a Dios por lo sucedido.


Canto                                                                          Id y enseñad




1.       Sois la semilla que ha de crecer, sois la estrella que ha de brillar.

Sois levadura, sois grano de sal, antorcha que debe alumbrar.
Sois la mañana que vuelve a nacer, sois la espiga que empieza a granar.
Sois aguijón y caricia a la vez, testigos que voy a enviar.

Id, amigos, por el mundo, anunciando el amor,
mensajeros de la vida, de la paz y el perdón.
Sed, amigos, los testigos de mi resurrección.
Id llevando mi presencia, con vosotros estoy.

2.       Sois una llama que ha de encender resplandores de fe y caridad.
Sois los pastores que han de guiar al mundo por sendas de paz.
Sois los amigos que quise escoger, sois palabras que intento gritar.
Sois reino nuevo que empieza a engendrar justicia, amor y verdad.

3.       Sois fuego y savia que viene a traer, sois la ola que agita la mar.
La levadura pequeña de ayer Fermenta la masa del pan.
Una ciudad no se puede esconder ni los montes se han de ocultar.
En vuestras obras que buscan el bien los hombres al Padre verán

Evangelio                                                           Marcos 16, 9-15
 Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.



Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.

Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo:
- «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.»


(Guardamos unos minutos de silencio y reflexionamos sobre las lecturas y el canto):


Ant:  Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Magníficat.

Ant:  A los ocho días, estando cerradas las puertas, llegó el Señor y les dijo: «Paz a vosotros». Aleluya.



(Con el video de fondo, hacemos la señal de la cruz y recitamos el canto de María)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su sierva.
Porque ha mirado mi pequeñez.
Las generaciones me felicitarán,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo y su misericordia
llega a sus fieles de generación en generación.

Proclama mi alma, Proclama mi alma.
Proclama mi alma, Proclama mi alma.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos, los despide vacíos.

Proclama mi alma, Proclama mi alma.
Proclama mi alma, Proclama mi alma.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Proclama mi alma, Proclama mi alma.
Proclama mi alma, Proclama mi alma.


Ant:  A los ocho días, estando cerradas las puertas, llegó el Señor y les dijo: «Paz a vosotros». Aleluya.


Preces


Oremos a Cristo, que resucitado de entre los muertos, destruyó la muerte y nos dio nueva vida, y digámosle:
-    Tú que vives eternamente, danos eternamente tu vida, Señor
Tú que eres la piedra desechada por los arquitectos, pero convertida en piedra angular,
-    conviértenos a nosotros en piedras vivas de tu Iglesia.
Tú que eres el testigo fiel y veraz, el primogénito de entre los muertos,
-    haz que tu Iglesia dé siempre testimonio de ti ante el mundo.
Tú que siempre has cuidado de tu Iglesia, nacida de tu costado,
-    ayuda y fortalece a todos nuestros enfermos para que salgan adelante, libres de la enfermedad.
Tú que siempre estuviste atento para sanar los cuerpos y los espíritus doloridos,
-    infunde ese espíritu tuyo a nuestros médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, cocineros, limpiadores... que cuidan hoy de los enfermos.
Tú que eres la lámpara que ilumina la ciudad santa de Dios,
-    alumbra con tu claridad a nuestros hermanos difuntos.

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que nos enseñó el Señor:

Padre nuestro (Gallego)



Final


Dios misericordioso, refugio en todo peligro, vuelve tu mirada hacia nosotros que con fe te imploramos en la tribulación y concede el alivio a los que lloran, la salud a los enfermos, la paz a los que mueren, la fuerza a los trabajadores de la salud, el espíritu de sabiduría a los gobernantes y el ánimo de acercarse a todos con amor para glorificar juntos tu santo nombre


Canto a María.
Dime, Madre




¡quédate en casa!

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