Viernes de la 10ª Semana
Tiempo Ordinario
(Se hace la
señal de la cruz y se dice:)
- Dios mío, ven
en mi auxilio.
- Señor, date
prisa en socorrerme.
- Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno: Sólo el amor. (Silvio Rodríguez)
Debes amar
la arcilla que va en tus manos.
Debes amar
su arena hasta la locura.
Y si no,
no la emprendas que será en vano.
Sólo el amor
alumbra lo que perdura.
Sólo el amor
convierte en milagro el barro
Debes amar
el tiempo de los intentos.
Debes amar
la hora que nunca brilla
Y si no
No pretendas
tocar lo cierto.
Sólo el amor
engendra la maravilla,
Sólo el amor
consigue encender lo muerto
Salmodia
Salmo
114
Acción
de gracias
Ant.: Arranca, Señor, mi alma de la
muerte, mis pies de la caída.
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me
envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos
del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es
compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno
contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Arranca, Señor, mi alma de la
muerte, mis pies de la caída.
Salmo
120 El guardián
del pueblo
Ant.: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la
tierra.
Levanto mis ojos a los
montes:
¿de dónde me vendrá el
auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de
todo mal,
Él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la
tierra.
Cántico:
Ap 15, 3-4 Himno de adoración
Ant.: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los
siglos!
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y verdaderos tus
caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo eres
santo,
porque vendrán todas
las acciones
y se postrarán en tu
acatamiento,
porque tus juicios se
hicieron manifiestos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Lecturas
Primera lectura Primer libro de los Reyes 19, 9a.11 - 16.
Ponte de pie en el monte ante el
Señor.
En aquellos días, cuando Elías llegó
a Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor
le dijo:
- “Sal y ponte de pie en el monte
ante el Señor. ¡El Señor va a pasar!”.
Vino un huracán tan violento que
descuajaba los montes y hacía trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor
no estaba en el viento.
Después del viento, vino un
terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino
un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego.
Después del fuego, se oyó una brisa
tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se
puso en pie a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le decía:
- “¿Qué haces, aquí, Elías?”.
Respondió:
- “Me consume el celo por el Señor,
Dios de los ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han
derruido tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan
para matarme”.
El Señor dijo:
- “Desanda tu camino hacia el
desierto de Damasco y, cuando llegues, unge rey de Siria a Jazael, rey de
Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat,
de Prado Bailén”.
Canto Ghost
La sombra del amor
¡Oh! mi amor, mi vida,
yo sufro por tu amor
tu adiós, en mi soledad.
El tiempo se va tan lento
si tú no estás aquí.
Dime si aún eres mi amor.
Te quiero ver
¡Oh! contigo estaré;
le ruego a Dios que vuelvas a mí
No te olvidaré, no se, no se;
sueño siempre en ti junto a mí
no me olvides tú, piensa en mí
piensa en mí
como yo lo haré por siempre
¡Oh! mi amor, mi vida
me muero, sufro si no estás
¡Oh! no, en soledad
El tiempo se va tan lento
si tú no estás aquí
dime si aún eres mi amor
a ti te amare.
Sí, por siempre así le pido a Dios
que vuelvas a mí
Evangelio Mateo 5, 27
- 32
El que mira a una mujer casada
deseándola, ya ha sido adúltero.
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos:
- “Habéis oído el mandamiento ‘no
cometerás adulterio’. Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada
deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho
te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado
entero en el infierno.
Si tu mano derecha
te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a
parar entero al infierno.
Está mandado: ‘El
que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio’.
Pues yo os digo:
El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al
adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio”.
Reflexión:
“Qué te trae por aquí, Elías?: “Mi pasión por
el Señor, mi Dios”
En esta primera lectura, asistimos a una teofanía. A una
manifestación de Dios al profeta Elías. Dios no se le manifiesta de una manera
espectacular como en otras ocasiones. No se manifiesta ni “en el huracán, ni en
el terremoto, ni en el fuego” sino en un “susurro”, en una tenue brisa. Esta
suele ser la manera de llegarse Dios y su Hijo Jesús hasta nosotros. Nos hace
llegar su mensaje, su palabra, no de manera grandilocuente, sino a través de la
sencillez de la lectura de la Sagrada Escritura, a través de los
acontecimientos, a través de nuestros ratos de oración, a través de “un
susurro”… para lo que hemos de tener siempre abiertos nuestros oídos, sobre
todo, los de nuestro corazón para captar el mensaje que nos quiera indicar.
Desde la suavidad, el Señor pregunta a Elías: “¿Qué te trae
por aquí, Elías?”. A lo que Elías respondió: “Mi pasión por el
Señor, mi Dios”. Respuesta que solo puede salir de una corazón más
que emocionado y entregado a Dios. Y que retrata la vida de Elías. Todo lo que
hizo fue motivado por el amor apasionado a su Dios.
Una respuesta que todo seguidor de Jesús, también nosotros
los del siglo XXI, debemos tener en nuestros labios y en nuestro corazón. Ojalá
que siempre, lo que nos lleve a hacer en cada momento lo que hacemos: predicar,
perdonar, ayudar al hermano, trabajar por la paz y la justicia… sea “Mi pasión
por el Señor, mi Dios”.
“Si tu ojo derecho te hace caer,
sácatelo y tíralo”
¿Quién de nosotros cuando oímos por primera vez las
palabras que hoy nos dirige Jesús en el evangelio, no pensó que nos pedía
demasiado y quedamos un tanto desconcertados? Pero al adentrarnos en la amistad
con Jesús, nos convencimos de que no nos podía pedir algo que nos hiciese mal y
nos perjudicase o algo que excediese nuestra capacidad humana, y caímos en la
cuenta de la enseñanza que nos quería brindar.
Encontrar a Jesús fue lo mismo que encontrar un tesoro, un
tesoro que nos proporciona vida y vida en abundancia, y nos ofrece el camino
que nos lleva a la alegría de vivir. Por eso, Jesús se atreve a pedirnos
que, si algo o alguien, sea nuestro ojo, nuestra mano, nuestro pie no nos deja
disfrutar del la alegría que nos regala Jesús… no le hagamos caso y sigamos
disfrutando de lo que Jesús nos ofrece.
(Guardamos unos minutos de
silencio y reflexionamos sobre lo leído y el canto):
Responsorio
breve:
Ant.:
Brilláis como lumbreras del mundo,
mostrando una razón para vivir..
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
Brilláis como lumbreras del mundo,
Hasta mi final.
Il Divo
Preces
Bendigamos ahora al
Señor Jesús, que en su vida mortal escuchó siempre con bondad las súplicas de
los que acudían a él y con amor secaba las lágrimas de los que lloraban, y
digámosle también nosotros:
- Señor, ten piedad de tu pueblo.
Señor Jesucristo, tú
que consolaste a los tristes y deprimidos,
- pon
ahora tus ojos en las lágrimas de los pobres.
Escucha los gemidos de
los agonizantes
- y envíales tus ángeles para que los alivien y conforten.
Que los emigrantes
sientan tu providencia en su destierro,
- que puedan regresar a su patria y que un día alcancen
también la eterna.
Que los pecadores se
ablanden a tu amor,
- y se reconcilien contigo y con tu Iglesia.
Perdona las faltas de
los que han muerto
- y dales la plenitud de tu salvación.
CÚRAME, Salomé
Arricibita
Si pudiera
borrar las cosas que enferman tanto mi alma,
si pudiera
desdecirme de tanta palabra airada
si pudiera
deshacer, tanto daño como he hecho
si pudiera
comprender que un abrazo es un comienzo
Si pudiera
confiar en tu amor y no en mis fuerzas
Si pudiera
caminar hacia Ti y abrir mi puerta
Si pudiera
descifrar las marañas de mi mente
Si pudiera
no sentirme tan enferma, tan doliente....
Mírame, pues tu mirada me ilumina el corazón.
Tócame con tu caricia que bendice mi oración.
Estréchame con tu abrazo,
álzame, tenme en tus brazos,
acompáñame por siempre y no temeré el cansancio
Guíame, dame tu mano, para no perder la senda.
Muéstrame con tu presencia la belleza de esta tierra.
Cúrame con tu amor,
límpiame, sana mi vida.
Cantaré tu desmesura cada uno de mis días
Yo quiero
darte posada,
quiero
ampliar la mirada,
ser refugio
para otros.
Despojarme,
darlo todo.
Quiero
acogerte en mi casa:
cúrame,
Señor...mi Dios...
cúrame el
alma
cúrame el
alma
cúrame el
alma
Final
Señor,
Dios de nuestra esperanza, hemos aprendido de tu Hijo y de sus amigos íntimos
que la fe y la esperanza crecen en nosotros cuando son probadas en la lucha y
en el sufrimiento. Oh Dios bondadoso, ayúdanos a vencer nuestras luchas porque
son tus luchas en nosotros. Que tu Espíritu Santo irrumpa sobre nosotros, como
tormenta o como brisa; y concédenos experimentarte a ti, Padre, tal como eres.
Canto
a María.
Junto a
ti María.
Junto a ti
María.
como un niño quiero estar,
tómame en tus brazos
guíame en mi caminar.
como un niño quiero estar,
tómame en tus brazos
guíame en mi caminar.
Quiero que
me eduques,
que me enseñes a rezar,
hazme transparente,
lléname de paz.
que me enseñes a rezar,
hazme transparente,
lléname de paz.
Madre, Madre. Madre, Madre, (Bis)
Gracias
Madre mía
por llevarnos a Jesús,
haznos más humildes
tan sencillos como Tú.
por llevarnos a Jesús,
haznos más humildes
tan sencillos como Tú.
Gracias Madre mía
por abrir tu corazón,
porque nos congregas
y nos das tu amor
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