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domingo, 3 de mayo de 2020

Tiempo de Pascua: Oración del atardecer- Domingo


Tiempo de Pascua
Domingo de la cuarta semana de Pascua,

Oración del atardecer
Vísperas
(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. - Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. - Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno:           Somos testigos de Tu resurrección 
 1.    El Señor resucitó venciendo la muerte en la cruz,

nuestra esperanza está en Él,
Él es nuestro Salvador;
atrás quedó el temor, la duda y la poca fe,
hagamos ya realidad un Reino nuevo de amor.
 
Somos testigos de la resurrección,
Él está aquí, está presente, es Vida y es Verdad.
Somos testigos de la resurrección,
Él está aquí, Su espíritu nos mueve para amar.

2.    Tú nos reúnes, Señor, en torno al cáliz y al pan
y nos invitas a ser la Luz del mundo y la sal.
Donde haya odio y dolor haremos presente tu paz,
en cada gesto de amor, María Madre estará.

3.    Somos testigos de la resurrección,
Él está aquí, está presente, es Vida y es Verdad.
Somos testigos de la resurrección,
Él está aquí, Su espíritu nos mueve para amar.e

Salmodia

Ant.:    Dijo el Señor a mi señor: siéntate a mi derecha. Aleluya.

 Salmo 109, 1-5.7                       El Mesías, Rey y Sacerdote 


Oráculo del Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies”.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora”.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
“Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec”.

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.:    Dijo el Señor a mi señor: siéntate a mi derecha. Aleluya.

Ant.:    En las tinieblas brilla como una luz el que es justo. Aleluya.

  Salmo 111                                  Felicidad del justo.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.:    En las tinieblas brilla como una luz el que es justo. Aleluya.

 Cántico: Apocalipsis 19, 1-7          Las bodas del Cordero

Ant.:    Aleluya, la salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant,:    Aleluya, la salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.



Lecturas
Primera lectura               Primera carta del apóstol Pedro 2, 20b - 25
Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas.  

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:
Queridos hermanos:
Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario, se ponía en manos
del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas os han curado.
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Canto                                    Te amaré (Silvio Rodríguez)



Te amaré, te amaré como al mundo

Te amaré aunque tenga final

Te amaré, te amaré en lo profundo

Te amaré como tengo que amar

Te amaré, te amaré como pueda

Te amaré aunque no sea la paz

Te amaré, te amaré lo que queda

Te amaré cuando acabe de amar

Te amaré, te amaré si estoy muerto

Te amaré el día siguiente además

Te amaré, te amaré como siento

Te amaré con adiós, con jamás

Te amaré, te amaré junto al viento

Te amaré como único ser

Te amaré hasta el fin de los tiempos

Te amaré y después, te amaré

    Evangelio                                           Juan 10, 1 - 10
Yo soy la puerta de las ovejas.

En aquel tiempo, dijo Jesús
- “Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
- “Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”.

Reflexión:
La figura del pastor era muy familiar en la tradición de Israel. Moisés, Saúl, David y otros líderes habían sido pastores. Al pueblo le agradaba imaginar a Dios como un “pastor” que cuida a su pueblo, lo alimenta y lo defiende.
Con el tiempo, el término “pastor” comenzó a utilizarse para designar también a los jefes del pueblo. Sólo que éstos no se parecían siempre a Dios, ni mucho menos. No sabían cuidar al pueblo y velar por las personas como lo hacía Él.
Todos recordaban las duras críticas del profeta Ezequiel a los dirigentes de su tiempo: “¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! No fortalecéis a las ovejas débiles ni curáis a las enfermas ni vendáis a las heridas; no recogéis a las descarriadas ni buscáis a las perdidas, sino que las habéis dominado con violencia y dureza”. El profeta anunciaba un porvenir diferente: “Aquí estoy yo, dice el Señor, yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él”.
Cuando en las primeras comunidades cristianas comenzaron los conflictos y disensiones, los seguidores de Jesús sintieron la necesidad de recordar que sólo Él es Pastor Bueno. Felizmente, hubo un escritor que compuso una bella alegoría para presentarlo como el pastor modelo, capaz de desenmascarar a todos aquellos que no son como Él.
Jesús había actuado solo por amor. Todos recordaban todavía su entrega a las “ovejas perdidas de Israel”: las más débiles, las más enfermas y heridas, las más descarriadas. El pastor bueno siempre trata a las ovejas con cuidado y amor. El pastor que se preocupa de sus propios intereses es un “asalariado”. En realidad, “no le importan las ovejas” ni su sufrimiento.
Jesús no había actuado como un jefe dedicado a dirigir, gobernar o controlar. Lo suyo había sido “dar vida”, curar, perdonar. No había hecho sino “entregarse”, desvivirse, terminar crucificado dando la vida por las ovejas. El que no es verdadero pastor, piensa en sí mismo, “abandona las ovejas”, evita los problemas, “huye”.
La alegoría del “buen pastor” arroja una luz decisiva: quien tenga alguna responsabilidad pastoral ha de parecerse a Jesús.
Responsorio Breve
R/.: Yo soy el buen Pastor -dice el Señor-. Aleluya, aleluya.
conozco mis ovejas, y las mías me conocen.  Aleluya, aleluya
          Gloria al Padre y al Hijo, y al espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
          Yo soy el buen Pastor -dice el Señor-. Aleluya, aleluya.
Magníficat.
An.t: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.


(Con el video de fondo, hacemos la señal de la cruz y recitamos el canto de María)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su sierva.
Porque ha mirado mi pequeñez.
Las generaciones me felicitarán,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo y su misericordia
llega a sus fieles de generación en generación.

Proclama mi alma, Proclama mi alma.
Proclama mi alma, Proclama mi alma.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos, los despide vacíos.

Proclama mi alma, Proclama mi alma.
Proclama mi alma, Proclama mi alma.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Proclama mi alma, Proclama mi alma.
Proclama mi alma, Proclama mi alma.


Ant.: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.

Preces

Oremos a Cristo, el Señor, que murió y resucitó, y ahora intercede por nosotros, y digámosle:
-    Cristo, Salvador nuestro, escucha nuestra oración
Cristo, Pastor bueno que guías a tus hermanos,
-    recuerda que nosotros tus ovejas, a veces nos sentimos perdidos.
Tú que abandonas la seguridad del aprisco y van en busca de los que se extravían,
-    cuida en estos momentos de quienes estamos en riesgo.
Tú que, como pastor bueno, reúnes a tu rebaño,
-    aunque estemos aislados consérvanos en comunión.
Tú que, dando tu vida, has vencido la muerte,
-    fortalece nuestra lucha por la vida y la salud.
Cristo Salvador, tú que te sometiste incluso a la muerte y has sido levantado a la derecha del Padre,
-    que tu hijo Juan y todos nuestros hermanos que se fueron estén contigo para siempre.

Con el gozo que nos da el saber que somos del rebaño nuestro  Dios, oigamos con atención lo que nos dice el Buen Pastor:

Hijo mío (El Buen Pastor)



Hace tiempo que te busco no me canso de esperarte,
he dejado al rebaño tan solo por ir a buscarte.
Eres mi perla preciosa, mi denario perdido,
el motivo por el cual he dado mi vida en la Cruz.
Hace tiempo que te busco, no me canso de llamarte,
Me he cubierto de rocío no descansaré hasta encontrarte.
Y aunque ahora no lo entiendas y te sientas tan vacío y alejado
estoy por liberar tu corazón..
Te llamé en el desierto, te grité en las alturas
y en cada caída aún más fuerte mi voz
e decía "te amo", te alentaba "confía"
te extendía mis manos, "vuelve a mi corazón",
vuelve a mi corazón.
Final
Jesús, tú atravesaste pueblos y villas “curando toda dolencia y toda enfermedad.” Por tu mandato, los enfermos fueron curados. Acude a nuestra ayuda hoy, en medio de la propagación global del coronavirus, para que podamos sentir tu amor curativo.
Cura a todos los enfermos con el virus. Que puedan recuperar sus fuerzas y sanar mediante un buen cuidado médico.
Sánanos de nuestros temores, los cuales no permiten que las naciones trabajen unidas y que los vecinos se ayuden unos a otros.
Canto a María.
Virgen de la esperanza (coro “el Buen Pastor”)


Virgen de la esperanza en nuestra marcha danos tu luz;
queremos ir contigo por el camino que abre la cruz.
Madre del pueblo condúcenos por el camino de salvación.
Que en nuestra patria reine la paz, en la justicia y la libertad.
Cielo y Tierra nueva; esa es la meta de nuestro andar.
Somos la iglesia en marcha que hacia la Pascua cantando va.
Sobre cerros y pampas despunta el alba de nuestra luz:
es la luz que trajiste cuando nos diste a tu Hijo Jesús.
Afirma nuestros pasos, da a nuestros brazos fuerza y valor
para luchar unidos como instrumentos de salvación.
Mientras peregrinamos vamos sembrando llanto y dolor;
volveremos llevando en nuestras manos trigo de Dios.

¡quédate en casa!
¡resiste!


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