Lo hemos de buscar, no entre cristianos divididos y enfrentados en luchas estériles, vacías de amor a Jesús y de pasión por el Evangelio, sino allí donde vamos construyendo comunidades que ponen a Cristo en su centro.
Al que vive no le encontraremos en una fe estancada y rutinaria, gastada por toda clase de tópicos y fórmulas vacías de experiencia, sino buscando una calidad nueva en nuestra relación con él y en nuestra identificación con su proyecto.
Un Jesús apagado e inerte, que no enamora ni seduce, que no toca los corazones no contagia su libertad, es un "Jesús muerto"; no es el Cristo vivo, resucitado por el Padre; no es el que vive y hace vivir.
ORACIÓN DE LA MAÑANA
No hay comentarios:
Publicar un comentario