Tiempo de Pascua
Viernes de la tercera semana de Pascua,
Oración
del atardecer
Vísperas
(Se hace la señal de la cruz mientras se
dice:)
V/. - Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. - Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén. Aleluya
Himno: Corazón
libre (Mercedes Sosa)
No te entregues corazón
libre, no te entregues.
No te entregues corazón
libre, no te entregues.
Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia,
los únicos vencidos
corazón, son los que no luchan.
No los dejes corazón que maten la alegría,
remienda con un sueño
corazón, tus alas malheridas.
Y recuerda corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida
corazón, carne de primaveras.
Se equivocan corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces
corazón, destrózalas y vuela.
No los oigas corazón, que sus voces no te
aturdan,
serás cómplice y
esclavo corazón, si es que los escuchas.
Adelante corazón, sin miedo a la derrota,
durar,
no es estar vivo
corazón, vivir es otra cosa.
Salmo 134 - I Himno a
Dios, realizador de maravillas.
Ant.: Yo,
el Señor, soy tu salvador y tu redentor. Aleluya.
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del
Señor,
que estáis en la casa
del Señor,
en los atrios de la
casa de nuestro Dios.
Alabad al
Señor porque es bueno,
tañed para su nombre,
que es amable.
Porque él se escogió a
Jacob,
a Israel en posesión
suya.
Yo sé que el
Señor es grande,
nuestro dueño más que
todos los dioses.
El Señor todo lo que
quiere lo hace:
en el cielo y en la
tierra,
en los mares y en los
océanos.
Hace subir
las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos
desata la lluvia,
suelta los vientos de
sus silos.
Él hirió a
los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta
los animales.
Envió signos y
prodigios -en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus
ministros.
Hirió de
muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los
amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de
Canaán.
Y dió su tierra en
heredad,
en heredad a Israel, su
pueblo.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Yo,
el Señor, soy tu salvador y tu redentor. Aleluya.
Salmo
134 - II
Ant.: Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.
Aleluya.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de
edad en edad.
Porque el Señor
gobierna a su pueblo
y se compadece de sus
siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y
plata,
hechura de manos
humanas:
tienen boca y no
hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus
bocas.
Sean lo mismo los que
lo hacen,
cuantos confían en
ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice
al Señor;
casa de Leví, bendice
al Señor;
fieles del Señor, bendecid
al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en
Jerusalén.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.
Aleluya.
Cántico:
Ap 15, 3-4 Himno de adoración
Ant.: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y verdaderos tus
caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo eres
santo,
porque vendrán todas
las acciones
y se postrarán en tu
acatamiento,
porque tus juicios se
hicieron manifiestos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
Lecturas Lámpara es tu palabra Señor
Primera lectura Libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 1 - 20.
Es un instrumento elegido por mí
para dar a conocer mi nombre a los pueblos,
En aquellos días, Saulo seguía
echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo
sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a
traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y
mujeres.
En el viaje, cerca ya de Damasco, de
repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una
voz que le decía:
- “Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?”.
Preguntó él:
- “¿Quién eres, Señor?”.
Respondió la voz:
- “Soy Jesús, a quien tú persigues.
Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer”.
Sus compañeros de viaje se quedaron
mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó
del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano
hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo, que
se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:
- “Ananías”.
Respondió él:
- “Aquí estoy, Señor”.
El Señor le dijo:
- “Ve a la calle Mayor, a casa de
Judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un
cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista”.
Ananías contestó:
- “Señor, he oído a muchos hablar de
ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae
autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que
invocan tu nombre”.
El Señor le dijo:
- “Anda, ve; que ese hombre es un
instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a
los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre”.
Salió Ananías, entró en la casa, le
impuso las manos y dijo:
- “Hermano Saulo, el Señor Jesús,
que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres
la vista y te llenes de Espíritu Santo”.
Inmediatamente se le cayeron de los
ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y lo bautizaron.
Comió, y le volvieron las fuerzas.
Se quedó unos días con los
discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando
que Jesús es el Hijo de Dios.
Canto Sobreviviendo
(Illapu)
1.
Me preguntaron cómo vivía, me preguntaron
Sobreviviendo dije, sobreviviendo
tengo un poema escrito más de mil veces,
en él repito siempre que mientras alguien
proponga muerte sobre esta tierra
y se fabriquen armas para la guerra,
yo pisaré estos campos sobreviviendo.
Todos frente al peligro, sobreviviendo,
tristes y errantes hombres, sobreviviendo.
SOBREVIVIENDO,
SOBREVIVIENDO,
SOBREVIVIENDO,
SOBREVIVIENDO.
2.
Hace tiempo no río como hace tiempo,
y eso que yo reía como un jilguero.
Tengo cierta memoria que me lastima,
y no puedo olvidarme lo de Hiroshima.
Cuánta tragedia, sobre esta tierra...
hoy que quiero reírme apenas si puedo,
ya no tengo la risa como un jilguero
ni la paz de los pinos del mes de enero,
ando por este mundo sobreviviendo.
3.
Ya no quiero ser sólo un sobreviviente,
quiero elegir el día para mi muerte.
Tengo la carne joven, roja la sangre,
la dentadura buena y un sueño urgente.
Quiero la vida de mi simiente.
No quiero ver un día manifestando
por la paz en el mundo a los animales.
Cómo me reiría ese loco día,
ellos manifestándose por la vida.
y nosotros apenas sobreviviendo.
SOBREVIVIENDO, SOBREVIVIENDO,
SOBREVIVIENDO, SOBREVIVIENDO
Evangelio Juan 6, 52
- 59
En aquel tiempo, disputaban los
judíos entre sí:
- ”¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne?”.
Entonces Jesús les dijo:
- ”Os
aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no
tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi
sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y
yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del
cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come
este pan vivirá para siempre”.
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga,
cuando enseñaba en Cafarnaúm.
Reflexión:
El evangelista utiliza
un lenguaje muy fuerte para insistir en la necesidad de alimentar la comunión
con Jesucristo. Solo así experimentaremos en nosotros su propia vida. Según él,
es necesario comer a Jesús: “El que me come, vivirá por mí”.
El lenguaje adquiere un
carácter todavía más agresivo cuando dice que hay que comer la carne de Jesús y
beber su sangre. El texto es rotundo: “Mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí
y yo en él”.
Este lenguaje ya no
produce impacto alguno entre los cristianos. Habituados a escucharlo desde
niños, tendemos a pensar en lo que venimos haciendo desde la primera comunión.
Todos conocemos la doctrina aprendida en el catecismo: en el momento de
comulgar, Cristo se hace presente en nosotros por la gracia del sacramento de
la eucaristía.
Por desgracia, todo
puede quedar más de una vez en doctrina pensada y aceptada piadosamente. Pero,
con frecuencia, nos falta la experiencia de incorporar a Cristo a nuestra vida
concreta. No sabemos cómo abrirnos a Él para que nutra con su Espíritu nuestra
vida y la vaya haciendo más humana y más evangélica.
Comer a Cristo es mucho
más que adelantarnos distraídamente a cumplir el rito sacramental de recibir el
pan consagrado. Comulgar con Cristo exige un acto de fe y apertura de especial
intensidad, que se puede vivir en el momento de la comunión sacramental, pero
también en otras experiencias de contacto vital con Jesús.
Lo decisivo es tener hambre de Jesús. Buscar desde lo
más profundo encontrarnos con Él. Abrirnos a su verdad para que nos marque con
su Espíritu y potencie lo mejor que hay en nosotros. Dejarle que ilumine y
transforme zonas de nuestra vida que están todavía sin evangelizar.
Entonces, alimentarnos de Jesús es volver a lo más
genuino, lo más simple y más auténtico de su Evangelio; interiorizar sus
actitudes más básicas y esenciales; encender en nosotros el instinto de vivir
como Él; despertar nuestra conciencia de discípulos y seguidores para hacer de Él
el centro de nuestra vida. Sin cristianos que se alimenten de Jesús, la Iglesia
languidece sin remedio.
Responsorio Breve
Ant.: El que come mi carne y bebe mi
sangre. Aleluya, aleluya.
habita
en mí y yo en él. Aleluya, aleluya
Gloria
al Padre y al Hijo, y al espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
Mi
carne es verdadera comida. Aleluya, aleluya.
Magníficat.
(Mina)
Ant.: El
Crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya.
† (Hacemos la
señal de la cruz y recitamos el canto de María)
Magnificat anima mea, Magnificat Dominum. Proclama mi alma la grandeza del Señor,
Et exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo. se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
Magnificat, Magnificat. Proclama, proclama
Quia respexit humilitatem ancillae suae porque ha mirado la humillación de su esclava.
ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
Magnificat anima mea, Magnificat, Domine Proclama mi alma la grandeza del Señor,
Et exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo. se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
Magnificat, Magnificat. Proclama, proclama
Quia fecit mihi magna qui potens est. porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
Magnificat anima mea, Magnificat, Domine Proclama mi alma la grandeza del Señor,
Et exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo. se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
Magnificat, Magnificat. Proclama, proclama
Quia fecit mihi magna qui potens est. porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
et sanctum nomen eius su nombre es santo,
Magnificat anima mea, Magnificat, Domine Proclama mi alma la grandeza del Señor,
Et exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo. se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
Magnificat, Magnificat. Proclama, proclama
Magnificat anima mea, Magnificat, Domine Proclama mi alma la grandeza del Señor,
Et exsultavit spiritus meus in Deo salutari meo. se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
Magnificat, Magnificat. Proclama, proclama
Ant.: El Crucificado
resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya.
PRECES
Comer el Cuerpo de Cristo y beber su
sangre, NO ES SÓLO comulgar y participar de la misa; es COMPROMETERNOS CON EL
CUERPO DE CRISTO que está en todos sus hermanos. Le decimos a Jesús:
- Hijo de Dios, viviente entre nosotros, ayúdanos a
comprometernos con tus hermanos; nuestros hermanos.
En este día del trabajo, te pedimos por
las familias que no tienen ingresos suficiente para vivir con dignidad.
- Dales,
fortaleza, esperanza y una mano fraterna; la nuestra.
Tú que te ofreces como alimento para
todos,
- que
desaparezca el hambre de nuestra tierra y, quienes participamos de tu presencia
eucarística sepamos verte en tus hermanos más pequeños.
Jesús, las personas que obtienen el
poder con nuestros votos, se olvidan de nosotros y de su compromiso de servicio;
- ayúdalos
con tu gracia para que gestionen la vida laboral y social, pensando,
especialmente en los más empobrecidos.
Señor, Tú, que con tu Cuerpo y Sangre
nos das vida,
- que
la tengan para siempre los que ya partieron de entre nosotros.
Reconociendo que nuestra fuerza para no
caer en la tentación se halla en Dios, digamos confiadamente:
Padre nuestro (instrumentos andinos)
Final
Te pedimos, Señor, que ya que nos has
dado la gracia de conocer la resurrección de tu Hijo, nos concedas también que
el Espíritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una vida nueva. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Canto a
María.
María Madre
¡quédate
en casa!
¡un
poquito MÁS!
La alfombra que hay en el suelo
ResponderEliminarEn éste día es de flores
Pisarlas poquito a poco
Que no pierdan el encanto
De éste regalo precioso
Que es poder ir caminando..
Feliz día