Nos hemos reunido en familia para celebrar, en su cumpleaños a nuestra Madre, la Virgen de Covadonga, que es lo mismo que celebrar la fraternidad entre nosotros y con Jesús, su Hijo.
Nuestro deseo, como hijos, debería ser obsequiarla con aquello que más desee y le agrade.
No es fácil, regalar algo a los que queremos: no sabemos si les gustará nuestro regalo, si le será de utilidad, si le hará ilusión recibirlo. Pero de todas maneras, estamos aquí, en su casa para darle un beso y hacer que se sienta bien al vernos juntos a su alrededor.
Como nuestro Guía que es, la rodeamos atraídos por su fulgor y nos disponemos a participar de este encuentro con Jesús y con nuestra Madre de Covadonga.
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