papa Francisco:
«Quien roba al Estado y dona a la Iglesia es un hipócrita corrupto» ía 11/11/2013 - 13.50h
Advierte
que «los cristianos corruptos y los sacerdotes corruptos hacen mucho daño a la
Iglesia»
EFE
Con palabras muy duras y, al mismo
tiempo, muy claras, el Papa Francisco advirtió que «la doble vida de un
cristiano hace mucho daño, mucho daño». Y todavía más cuando se
utiliza hipócritamente la religión para «blanquear» la injusticia o la corrupción.
En su homilía de la misa de las siete de
la mañana en Casa Santa Marta, el Papa desenmascaró al «cristiano de doble vida que
dice ‘¡Yo soy un benefactor de la Iglesia! Meto la mano en mi bolsillo y hago
donativos a la Iglesia’. Pero con la otra mano roba al Estado o a los
pobres… ¡roba!». El diagnóstico del Papa es
claro: «Es un injusto, y eso es doble vida. Y merece –lo dice Jesús, no lo digo
yo- que le aten al cuello una rueda de molino y lo echen al mar.
Jesús no habla de perdón aquí».
El obispo de Roma explicó la diferencia,
importantísima, entre «pecar y escandalizar». El pecador se reconoce como tal,
y por eso recibe el perdón de Dios todas las veces que lo necesite. Sin
límites. En cambio, el hipócrita se finge justo y, con eso, provoca escándalo.
El Papa recordó que «Jesús dijo ‘¡Ay de quien cause escándalo!’. No habla de
pecado sino de escándalo, que es otra cosa».
Una vez más, el Santo Padre reconoció
que «pecadores lo somos todos, pero en cambio no podemos ser corruptos».
El corrupto «intenta engañar, y donde hay engaño no está el Espíritu de Dios.
Esta es la diferencia entre el pecador y el corrupto».
Con toda claridad denunció que «un
cristiano que presume de ser cristiano pero no vive como cristiano, es un
corrupto. Todos conocemos alguno así… !Y cuánto daño hacen a la Iglesia! Los cristianos corruptos, los sacerdotes corruptos,
¡hacen mucho daño a la Iglesia!».
En realidad son «una podredumbre blanqueada. Eso es la
vida del corrupto. Y Jesús no les llamaba ‘pecadores’ sino ‘hipócritas’. A los
pecadores, no se cansaba de perdonarles».
Para entender bien las palabras del Papa hay que
fijarse siempre en el contexto. No es lo mismo una encíclica o un discurso formal,
que una homilía breve, coloquial y sin papeles en una misa para un grupo
reducido. Aun así, el mensaje del Papa está claro: al
pecador arrepentido hay que perdonarle;
al corrupto no. Y todavía menos cuando, hipócritamente, se finge cristiano
ejemplar para disimular su robo, su injusticia o su vileza.
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