Diócesis de Ciudad Real
No me toca a mí juzgar de la conveniencia o no, en el aspecto técnico y
jurídico, de una Ley en un momento determinado en el que la sociedad entera
está amenazada por una Crisis global sin precedentes en la historia humana. Los
ciudadanos de la calle no tenemos elementos de juicio suficientes para dar una
opinión técnica en temas cada vez más complejos.
En estos momentos, nos hemos de fiar de las instituciones que deben entender de
problemas de tan gran magnitud. Por esto, les debemos exigir a dichas
instancias políticas, sindicales, empresariales, financieras y a los distintos
colectivos de expertos que actúen con responsabilidad y, si siempre tenemos
todos la obligación de construir el bien común, anteponiéndolo a intereses
particulares, ahora más que nunca corresponde mayor obligación al que más
puede.
Dicho esto, de lo que sí estamos en condiciones de juzgar es de la bondad o
maldad de una Ley que rebaja claramente los derechos de los trabajadores
respecto a situaciones anteriores, y lo peor es que llevamos muchos años ya de
nuestra democracia donde siempre los perdedores en el concierto social, repito,
siempre, son los mismos y siempre los más débiles.
Nadie habla de provisionalidad en las medidas que se están tomando, luego lo
que se quiere hacer es establecer un “mercado de trabajo” en el que los
empleadores hagan y deshagan a su antojo, olvidando que el “empleado” posible
es, ante todo y sobre todo, “persona” --LEER MÁS-
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